Me gusta el cine, desde siempre; y claro, tener dinero para ir (a fin y al cabo, ahora hay muchas ofertas para socios según el tipo de compañía) pero no tenerlo cerca es un auténtico suplicio. Eso es porque, hasta ahora, vivía en un pueblo; pero en un lugar cuyo nombre no diré y que tampoco es que se prodigue mucho en lo que a cines se refiere. Para mí, el cine es algo grande; y aunque lo que cuente, en última instancia, sea ver la película, a veces me gustaría poder ver alguna en uno de esos cines anfiteatro de nueva generación. Sería una experiencia asombrosa; sobre todo con las películas que se prestan a ello al ser épicas o grandilocuentes.
Esa era mi situación antes, pero por fin se ha terminado. Se ha terminado porque mis padres han decidido mudarse a Las Palmas de Gran Canaria. ¡Nada más y nada menos! Yo antes vivía en una de las islas menores, por cierto; pero repito, no pienso decir cuál. Dejo atrás buenos amigos, pero los puedo ir a visitar en verano; yo no soy de atarme a los sitios, y mucho menos cuando percibo el abanico de posibilidades que me ofrece el nuevo. La verdad es que al principio no me lo creía, pero un día que volví de clase pillé a mis padres discutiendo sobre sitios de mudanzas en España a buen precio; y la seriedad de sus caras me lo terminó de confirmar: nos íbamos de aquí.
Pude haber subido a mi habitación a bailar, cantar y demás cosas, pero en vez de eso, me quedé para aportar mi granito de arena en eso de la mudanza a Las Palmas. Mis padres, sin embargo, me dijeron que era demasiado joven para opinar. ¡Pero si tengo quince años! Aunque lo del guardamuebles en Las Palmas sí que no lo entiendo bien, pero parece importante. |