A mi hijo se le ha roto el ordenador portátil. “Bueno, y qué”, dirán y pensarán. Lo sé, como si lo estuviera viendo. De acuerdo, entonces reconstruiré la frase: a mi hijo de catorce años, que tiene muy mala leche y cuando se enfada grita y rompe cosas, se le ha roto el ordenador portátil. Juro que ni yo ni mi marido lo hemos mimado hasta ese extremo; ese niño tiene un carácter que a saber de quién habrá sacado. Aunque yo me atrevería a decir que de mi madre, la señora tenía unos prontos cuando se enfadaba que ríete tú de... vale, lo siento, me despisto y me voy por las ramas enseguida.
Volvamos al ordenador portátil de mi hijo: evidentemente, tuvo una pataleta, y ahora mismo no tenemos dinero para comprarnos uno nuevo. ¿Qué hacer, entonces? Pues lo único que se puede hacer: llevarlo a un sitio de reparación de portátiles y básicamente rezar para que no sea nada grave, sino algo que se puede reparar enseguida. En internet se pueden encontrar miles de sitios profesionales que se dedican al tema, es lo bueno de las nuevas tecnologías; pero al final me he decantado por uno que se vende bastante bien. En ese momento creí, al leerlos, que serían capaces de reparar el portátil; no me pregunten por qué: las buenas vibraciones de lo que decían.
Fui a verlos, portátil e mano (fue como atravesar el corredor de la muerte: no quería volver a aguantar a ese diablillo si no volvía con buenas noticias), y todo fue muy bien: me atendieron enseguida, le hicieron un chequeo y me enteré de que lo que tiene es una tontería que en tres días se arregla; por un módico precio que nos podemos permitir sin llorar. Ahora solo queda esperar a que concluya la reparación del ordenador portátil. Y mi hijo está contento... menos mal. |