El otro día, mi mejor amigo cumplió uno de los sueños de su vida: irse de viaje a Japón. Se fue una semana y el dinero le dio para comprarse el pasaje y gastos extra y también para alquilar una habitación decente. “Y aunque no sea decente”, me dijo, “es Japón, ¿qué podría salir mal?” Pues todo. Todo salió mal: el hostal, me dijo, era horrible y estaba hecho de cucarachas, y encima el trato era terrible; para colmo de males tuvo altercados en más de un restaurante, todo lo que quería comprar de recuerdo se había agotado o estaba en mal estado y perdió la cartera. Sí, con el DNI. En Japón. Su viaje se convirtió en una auténtica pesadilla, y como a mí me sabe que tenga ese mal sabor de boca, yo y más colegas hemos decidido hacerle una pequeña fiesta sorpresa.
Ahora bien, no podemos disponer del piso de nadie, porque ninguno de nosotros vive solo y, además, con la de gente que va a venir, son demasiado pequeños. Así pues, nos hemos puesto de acuerdo en buscar algún local de alquiler en Barcelona. Es perfecto: será lo bastante amplio, lo podemos decorar como queramos, no romperemos nada de nuestro propio y dulce hogar y no saldrá caro, porque lo pagaremos entre todos. Además, nos sobrará para comida y alcohol; sobre todo alcohol. Me ofrecí voluntario para iniciar la búsqueda del local, ya que técnicamente tuve la idea inicial; y lo que son las cosas, encontrar un local en Barcelona no es tan complicado. En el sitio en el que estuve viendo unos cuántos me informaban muy bien de todos los aspectos a tener en cuenta.
Mi amigo el gafado ahora necesita descansar, pero ya hemos decidido secuestrarlo el sábado de la próxima semana, cuando ya esté todo listo. A ver qué excusa ponemos para llevarlo a un local en Barcelona. |