Tuve un Dejavú. Desperté y el presidente era Menem, el dólar estaba 1 a 1, pensé.
No nada de eso, el dólar no se puede comprar, no está 1 a 1 y Menem no es el presidente.
Pero una cosa sí es cierta, la embajadora de la cultura es la Coca Sarli.
A ver, señor ciudadano, esta señora que no hizo más que mostrar las primeras tetas monumentales al aire libre sin que la metan en cana, está considerada por el gobierno argentino como una embajadora de la cultura.
En rigor, el título es de la Cultura Popular, que según algunos no es lo mismo.
Lo dio la presidenta Cristina Kirchner por decreto.
Si hay algo que se le puede reconocer a Clarín, es como esta señora se pone a tiro de los medios con acciones ridículas, cuando no se va de boca.
El mensaje que quiere trasmitir, es que ella se considera popular y entonces tiene en cuenta íconos populares.
Es impresionante como unos cuantos años de poder y política borran de las personas las huellas del futuro.
Huellas el futuro es oxímoron, usted dirá, es que los litros de tinta que la presidenta dejará en las páginas de la ridiculez va a ser impresionante, y todo en nombre del poder popular.
De repente, para al oficialismo, no hay un Ricardo Darín, una Norma Leandro que encajan mejor en la descripción de “dotes de actriz e ícono popular de su época y figura emblemática del cine argentino”, título para el que hay decenas de artistas con mucho más méritos y trabajos que una que sólo mostró las tetas.
Dejame de joder. El máximo logro de la Sarli es el haber regado de semen las sábanas del adolescente de su época.
Ma qué actriz. Nadie hubiera colocado esa palabra en ese cuerpo, si de ellas se acuerdan dos o tres frases y nadie, pero nadie, recuerda el autor de cualquiera de sus películas.
Por ejemplo, la película el Trueno entre las hojas, es del escritor Roa Bastos, novela extraordinaria arruinada para siempre por Armando Bo, el director.
Ese sí que fue el más vivo de todos, se comía las tetas con las que los otros se masturbaban.
Las palabras de la presidenta le otorgan: “destacada generosidad y honestidad”, ¿en qué se notó eso?, ¿en dónde queda alguien como Favarolo?, que gozó de la prístina indiferencia de los gobiernos al cual suicidaron ahogándolo en deudas y contradicciones.
Por qué me meten en un texto que dice que la Sarli es la síntesis de la imagen que la República Argentina desea proyectar al mundo.
Ya sé, hubo algún grave error que espero haga que algún funcionario renuncie, no era a Sarli a quien debían nombrar, era a Sarlo.
Al menos es lo que voy a decir si alguien del extranjero me pregunta.
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