La manía de andarse exhibiendo fotos que en un álbum familiar no interesaría nadie ha sorprendido a más de uno con facebook.
Se ve que hay visionarios, nadie podía adivinar, salvo el que se le ocurrió crear facebook que todos nos prenderíamos con eso de colocar fotos en internet.
Y pasó, y no sólo eso, se sumó además la posibilidad de los comentarios, que creo, eso fue lo que marcó la diferencia entre Flirck y facebook. El chisme incluido en las fotos de fiestas o en la burla de esa foto que te tomaron que hubieras querido enterrar.
Ahora aparece algunos que se dicen los “descubridores” de facebook y twitter, como si la idea hubiera sido de ellos, pero llevada a cabo por otros.
Uno de esos personajes es David Gelemter. La biografía de este profesor incluye el haber escrito libros sobre tecnología y dedicarse a la pintura, pero la parte que más ha causado curiosidad es que es una de las víctimas del Unabomber que se ha salvado.
Ahora anda apareciendo en los diarios con una teoría apocalíptica de que el facebook va a desaparecer.
El profesos es conocido por haber inventado el término: lifestream, que se puede traducir como “corriente de vida” en el sentido en que la tecnología moderna hace fluir la vida de las personas relacionada a internet, o sea en webs, imágenes, documentos, medios magnéticos.
El hecho de que en internet somos sujetos contados por los archivos es más o menos lo que quiere decir lifestream.
Ahora, profetiza el final de esa vida de archivados que llevamos desde el nacimiento de las redes sociales, pero no porque perdamos interés en ellas, sino por el caos que somos incapaces de organizar en el mundo virtual.
La superpoblación de “vidas posibles”, entremezcladas entre los mundos de las redes sociales, según este profesor, va a colapsar y no seremos capaces de dominar la complejidad en que va a caer nuestras biografías archivadas.
Advierte algo que ya sabemos de hace rato: la complejidad de sitios e hipervínculos lo único que alimenta es la voracidad de Google, a todos los demás la complejidad nos sobrepasa.
Me siento un poco reconocido en eso, me paraliza solamente la idea de que ya no soy capaz de interpretar la información que me ofrecen, atreves de los buscadores me meto en sitios que no sé cómo navegar ni cómo actuar, ni cómo conseguir lo que entré a buscar.
Durante un tiempo pensé que era un problema generacional, pero cada vez me encuentro con más gente joven que se circunscribe a “tribus” a determinadas actividades y no a otras, porque en ciertos ámbitos les pasa lo mismo que a mí: los supera la oferta de posibilidades y entonces no usan ninguna.
A su vez, imagino, este despliegue de aplicaciones que no son usados debe ofrecer alguna pérdida importante en otros aspectos. En todo hay un equilibrio y la oferta creciente de actividades en internet parece no tener tope, ¿cómo se sostiene todo eso?, la respuesta parece ser que no lo hace: no se sostiene, todo pende de un hilo que de repente se cortará.
Debido a ello, se corren siempre rumores apocalípticos: todo se autodestruirá, aplastado por el propio peso de los volúmenes y la masividad.
Según las predicciones de Gelemter, si no somos capaces de organizar el caos virtual, pereceremos enterrados en nuestra propia inoperancia.
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