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27 A menudo los labios más urgentes no tienen prisa dos besos después. Andrés Calamaro   por   Rafa*
 
 
Adelaida 9/25/2012 | 08:30:09 p.m.  
 
Los códices están de moda
relatos, cuentos, literatura
Tags:
  relato   literatura   cuento          
 

Desde que se publicó la novela de Da Vinci, queda muy bien llamar códice a cualquier garabato misterioso que se escribe en determinado lugares.

Sobre el piano, hay algunas composiciones de autores, más bien viejos que están llenos de dibujos que eran un documento de mi aburrimiento en las clases de piano, cuando era un poco más alta que el niño.
Niño, le dije, cuidado con lo que pedís para tus cumpleaños, a veces, son regalos que se vuelven en contra.
El piano lo trajo mi madre el día que tímidamente informé que ese era el regalo de cumpleaños que quería, sin darme cuenta de la implicancia; cuando todo lo que quería era zafar de la clase de gimnasia que coincidía con las clases de piano en media hora.
Las ejecutantes tenían una dispensa de media hora de la clase de gimnasias, pero para ello, tenías que tener el instrumento, el piano.
Cuando yo era chica, ese tipo de pedido se tomaba como una señal, la niña tuvo una inspiración, dijo mi madre, creyendo que estaba ante un genio musical o algo así.
La verdad es que me aburría tocar, y me aburría el silencio de las clases, y ese fue el origen del “códice” que el niño mira en las partituras.
El día que podes leer la primera partitura, te entregan un lápiz para anotar las sugerencias, y a mi me brotó el códice, como le dice el niño, garabatos, documento testimonial del encuentro entre el lápiz y yo, una amistad de las más sinceras, hasta el día de hoy dura.
Aún tengo la costumbre de hacer garabatos, a veces nos sentamos con el niño y en silencio, mientras esperamos la hora liberadora en la que podemos ir a la computadora y conversamos mediante el códice que consiste en un dibujo cualquiera que cada uno va haciendo en un papel, y luego que el otro traduce: éste es un oso, éste es papá, este es el niño dibujando el oso que a su vez dibuja a tu padre, y así, cualquier cosa, puede tener cualquier interpretación.
Lo bueno del garabato, es que no es necesario corregirlo con la goma, el garabato toma su sentido como las figuras de Roschard y es a veces tan sorprendentemente autónomo que en ocasiones me pregunto si no seré una medium de alguien que me usa para decirme cosas con los garabatos.
El caso es que con algunos dibujos, la interpretación le sugirió al niño que algunos serían del agrado de la amapola, de manera que esos especialmente tenían un color rojo potente, y generalmente iban acompañados de estrellas o cosas así.
Quizás sería buena idea intentar con otra flor, le dije al niño, que está haciendo dibujos de amapolas deformadas, o lo que él llama amapolas, porque hasta ahora no hemos visto nada, salvo las filmaciones de los documentales y una que otra en Internet, como es inusual tanto suspenso, se me ocurre que quizás he creído sembrar una amapola y en realidad ha sido otra cosa.
A los dibujos con el códice del niño suelo guardarlos con cuidado, hasta con fechas, a veces en esa evolución de los trazos, se me ocurre que hay un mensaje, una señal, algo que me haga sentir que las reglas no lo están echando a perder, después de todo, de qué me sirvieron a mi todas las tonteras que aprendí con las monjas, que luego me pasé casi toda la vida para desaprender.
Ese día le conté la historia de Gilgamesh, que tiene el honor de ser la primera narración escrita, de la que haya registros, niño, no siempre se ha narrado con palabras, antes, los dibujos como los tuyos eran las palabras, le dije al niño.
Gilgamesh era un rey que se paseaba por Sumeria con su amigo Enkidu, como te dije, niño, siempre tiene que haber un segundón en la historia de un héroe, alguien que lo sigue y que relata sus andanzas; Gilgamesh iba en busca de la inmortalidad.
Es lo que dicen las tablas que se encontraron en donde aparece la historia escrita de ese rey, hay teorías que implican que la Biblia podría estar basada en algunas historias que en la realidad pertenecieron a la vida de Gilgamesh.
Por qué será que es más fácil creer que los reyes, personajes con poder, son las vidas que hay que relatar en las historias.
Ese día, le hablé al niño de la cantidad de escritos anteriores a la Biblia, que cuentan historias tan interesantes como la Biblia, y que el método de constatación de los hechos era buscar varias versiones de la misma historia.
Siempre ha habido una necesidad de señalar la diferencia entre hechos históricos y hechos literarios, pero yo no entiendo bien por qué es necesaria alguna diferencia.
Lo cierto es que el niño, instintivamente me pregunta si eso es verdad, no que hubo escritura antes que la biblia, sino si Gilgamesh era inmortal.
Es así como el niño entra al mundo de la interpretación y de los equívocos.
 
 
Adelaida Sharp.
 
 
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