Qué se hace de todo estos dispositivos que usamos alegremente, sin pensar en su deceso.
Estamos preocupados porque tenemos demasiados elementos que polucionan el mundo invisible de las ondas, y se sabe, los científicos lo dicen, que interactúan mal con nuestro cerebro.
En realidad, aún es demasiado pronto para concebir sus efectos, ya que el hecho de que se haya notado variaciones de ondas cuando un celular suena, no significa que vaya a hacerle mal, después de todo, somos una especie resistente que se acomoda, lo que no se saber es cuál será el ser humano del futuro, al que modelan estas ondas.
No está de más estar atentos, pero hay muchos otros problemas generados por los mismos dispositivos, muchos más peligrosos, y no en el futuros, sino aquí mismo, cerca de los seres humanos, cerca de todos entonces, porque más tarde o más temprano, todo nos llega.
Los basurales están intervenidos con montañas de dispositivos que hemos descartado, mientras en otros países hay algunas políticas al respecto, en Argentina, apenas estamos tratando de educar a la población para separar el plástico de materiales orgánicos, que no tomamos conciencia de los otros desperdicios.
A pesar que todos los días vemos contenedores poco estéticos por toda la ciudad, para la basura, en muy pocos se observa contenedores que indiquen qué tipo de basura va en cada uno, si comida, si vidrio, si plástico, pero en ninguno se indica qué hacer con la basura electrónica.
En un mundo del inicio de las computadoras, era inconcebible pensar que en pocos años, todo quedaría obsoleto quizás en el mismo día, y que conviviríamos en forma tan estrecha con increíbles dispositivos, sin embargo, esa realidad nos golpea, la basura tecnológica debería ser una cuestión de estado, ya que degrada a pasos agigantados el territorio, sus habitantes, y por supuesto el futuro.
Algunos países tienen políticas clara en el apoyo de proyectos de reciclaje, en el nuestro, sigue siendo una cuestión de particulares a los que les cuesta conseguir apoyo, y que inician un largo peregrinaje de discurso entre sorderas súbitas.
En China, que aloja a la mitad de los habitantes de todo el planeta, ya cuenta con proyectos de desensamble de estos dispositivos, con la intención de la reinserción o de la investigación para desactivas sus efectos nocivos.
A su vez, han logrado convertir en un negocio rentable el ocuparse del residuo tecnológico, se habla de número de más de 400 millones de Euros. La iniciativa es una especie de aliviadero de tecnología, por allí van a parar los desechos tecnológicos de Europa, especialmente desde España, logrando un gran negocio con aquello que otros desechan.
La mayoría de los países, no cuentan con medidas para el reciclado y ni siquiera lo contempla en la agenda política o económica, aspecto que les viene bien a los habitantes de Guiyu, en China, que se benefician con la ceguera mundial.
Aunque no es muy buna noticia para los propios habitantes que están a la cabeza en las enfermedades por contaminación con plomo, deformaciones, cánceres, mutaciones; lo que explica la poca disposición de los demás países en realizar este tipo de actividad.
Hay una deuda aún, con la humanidad, y es precisamente generar el modo de deshacer lo que producen, de forma segura para todos, y es en esa dirección que se debería presionar a los políticos o a los dueños de los grandes capitales para tomar conciencia de lo que le estamos dejando a nuestros hijos.
Los que mueven el dinero del mundo está convencidos que sin el resto, pueden sobrevivir, hasta que les toque las desgracias a ellos, como le pasó a aquel Faraón, que no podía ponerse en el lugar del pueblo Judío, hasta que su propio hijo comenzó a sufrir los efectos de su propia mezquindad.
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