He escuchado en varias ocasiones que el hecho de no dejar fumar en bares, lugares cerrados y sitios públicos atenta contra el derecho de los fumadores.
Para comenzar, no sé de dónde sacaron los fumadores que existe tal cosa como el “derecho de los fumadores”, no sólo no existe sino que el problema es que transgrede la norma más básica de convivencia de la humanidad: los derechos de cada uno terminan donde comienza el de otro.
Lamentablemente el humo, señores fumadores, no sólo molesto, sino dañino para la salud de todos, no “elige” dónde ir, va para todos lados, incluyendo el “lado” de aquellos cuyos derechos comienzas a invadir.
En una ocasión, conversando en una mesa de bar, cuando estaba permitido, un fumador, apartaba de sí el humo de su cigarrillo, encajándoselo a la persona que tenía detrás, que resultó ser un señor de muy pocas pulgas.
El señor, se quejó amablemente, cosa a la que el fumador ni prestó atención ni sacó el cigarrillo.
En realidad, imprudentemente, debió prestar más atención al tamaño del señor. El señor tomó de la muñeca al fumador, le torció la mano y se la colocó exactamente debajo de su barbilla, provocando que el fumador, además de la mueca de dolor, parpadeara y tosiera, ¿ves?, le dijo, ¿ves que es molesto?, eso es exactamente lo que nos estás molestando al resto con tu cigarrillo, si vos no te lo bancás, por qué crees que nosotros sí. A lo cual continuó sacarle el cigarrillo y apagarlo en el cenicero.
Zanjada la cuestión con las correspondientes disculpas, nada más ilustrativo de la realidad que provocan los fumadores, y eso que no se habla de la salud.
Esa actitud, tan propia de fumadores, es de lo más común. La gente que fuma no sabe leer, no lee donde dice: prohibido fumar, y lo hacen sin que les importe, cuando alguien se los señala, ellos dice: no leí.
Los fumadores “no se dan cuenta”, suben en ascensores atestados de gente y encienden un cigarrillo, cuando alguien les pide que lo apaguen, las respuestas son diversas: ya llego a mi piso, voy cerca, sin importarle por supuesto que en el transcurso molesta a todos.
Si va sólo en el ascensor, se siente con derecho a encender un cigarrillo, porque total va sólo, sin que le importa que cuando se va, el humo y el olor queda en el ascensor, molestando a todos los que entran luego.
El fumador es mentiroso, cuando comentas estas cosas, niegan rotundamente que ellos sean “esa clase de fumadores”, ellos justo son los únicos fumadores considerados del mundo.
La lista continúa con la mugre del “depósito” de cenizas, y colilla, ellos no se preocupan por pensar en dónde depositarán el resto, ni durante ni el resto, es el mundo a su alrededor el que tiene que pensar en ellos y resolvérselo, so pena de terminar con los restos esparcidos encima, sumado a la huella, la colilla.
Para el fumador, la calle y todos lugar que no sea su propia casa y su persona, son el cenicero de su vicio, es así como se ven colillas en las macetas de los balcones de gente que no fuma, colillas en las veredas, en tu casa en el piso, si no tenés ceniceros porque vos no fumás, en el piso de los pasillos de edificios, en el ascensor, en el palier, en las macetas de la calle, al pié de los árboles de la calle, en los resumideros de todo el mundo.
Nunca en la basura, ni de ellos ni de la calle o lugares públicos, ellos directamente “usan sus impuestos”, según en su concepto, porque pagan para que otro limpie o se ocupe.
Ni qué hablar de la salud, porque es de perogrullo, una persona que no cuida su propia salud, no es de esperar que cuide la salud de los otros, es así como no les importa fumar delante de sus hijos, durante el embarazo, ella, o él con la esposa embarazada, es común ver a padres paseando a niños en coche, fumando, es común ver a gente fumando en hospitales, “ocultando” el hecho porque en el fondo saben que es el colmo.
Es común en general que los fumadores disfracen sus motivaciones, siempre son “cuidadosos”, según ellos.
En suma, son mentirosos, desconsiderados, no les importa nadie más que ellos y su autoplacer.
En ese sentido, son peores que la gente que se droga, es bastante paradójico que se persiga a los drogadictos y esos asesinos disfrazados de los fumadores anden sueltos.
Aplaudo con placer la iniciativa del gobierno de la ciudad de prohibir completamente el uso de esa práctica en bares y lugares cerrados.
Exijamos una ciudad libre del perjudicial humo.
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