No sé de dónde surge la conducta de divertirse a costa de otros, siempre he detestado la gente burlista o las típicas cargadas porteñas, lo cual, por supuesto, me ha hecho el blanco, precisamente de todo tipo de cargadas bajo la excusa de que eso me curaría de mi falta de humor.
No sé por qué se llama humor a la actividad de realizar bromas al borde de mal gusto que resultan en que generalmente alguien se divierte a costa de otros.
De ahí que deteste las famosas cámaras ocultas o sketch presuntamente graciosos que consiste en hacerle bromas a cualquiera y ser filmados en las ridículas situaciones en que suelen colocar a la gente que termina en un papelón o en exhibir humillaciones de tenor diverso.
De modo que cuando ocurre algo aleccionador a alguno de esos personajes nefastos me llena de júbilo justiciero.
Eso es lo que parece que ha pasado con bromistas que generaron una confusión de proporciones incalculables mediante el Twitter.
Una pareja se dedicó a enviar mensajes falsos en referencia al secuestro de niños de una escuela de Veracruz, dichos mensajes, inmediatamente denominados twiterroristas, se enfrentan en México a una posible pena de treinta años de cárcel por generar un caos de gran proporción, que demostró que la propagación con Twitter no sólo es extraordinaria, sino instantánea.
El asunto se propagó más rápido de lo que se podía escribir los 140 caracteres, ocasionando colisiones en el tráfico de mensajes, y un pánico desmesurado de padres que corrieron a buscar a sus hijos en las escuelas llevando las colisiones virtuales a las reales en tráfico vehicular de padres buscando a sus hijos, a la vez de hacer saltar como en la banca los servicios de emergencia a los que acudieron muchos, quedando deshabilitados por el colapso instantáneo para casos reales.
Esto no fue realizado por adolescentes inconscientes, no; el chiste fue llevado a cabio por un profesor, sí, profesor de nombre Gilberto Martínez Vera, un grandulón irresponsable a cargo de la formación de gente, con 48 años de edad, apoyado por su consorte, otra irresponsables, locutora de radio ella, María de Jesús Bravo.
Para mí, deberían ir a perpetua internados en un psiquiátrico de por vida, provocar semejante alarma social sólo para divertirse es porque esa gente no tiene el menor respeto por el prójimo, no merecen vivir en ni de una sociedad a la que dañan de ese modo.
Ojalá que les caigan los 30 años como un ejemplo bien claro para esa gente que no tiene mejor que hacer que pergeñar idioteces para divertirse a costa de los demás.
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