En un puerto en Sidney, sonó la sirena que dio la señal para apagar las luces en el mundo entero.
En Argentina, a las 20:30.
Me asomé en el balcón de casa a ver si la gente se plegaba, a pesar que el noticioso en ese momento anunció la medida. Apagué el televisor también.
Sólo luego, cuando entré a Internet, me di cuenta que la medida en Argentina, había pasado un poco desapercibida, sobre todo en área de la provincia, la gente no estaba enterada o no quiso participar.
En el mundo, hasta algunos edificios emblemáticos se plegaron a la medida, las pirámides en Egipto, la torre de Eiffel en París, la Esfinge en Egipto, la fontana de Trevi, la torre de Pisa en Italia, la puerta de Alcalá de Madrid, El Cristo Corcovado en Brasil, por decir algunos, pues según se sabía, estaba preparado para que alrededor de unos 1200 monumentos en el mundo participarían de la propuesta.
El hecho, en apoyo de la concientización de la gente por el cambio climático, que es, según los científicos el mayor peligro ambiental del planeta.
Países con menos influencia en el fenómeno, como Perú ha manifestado su apoyo.
Países del eje oriental, como China, que es uno de los países que más aporta el adverso efecto, también ha apoyado el apagón.
Luego, la prensa en Argentina, poco y nada de interés, junto con países como China e India, que son las que más aportan al problema se niegan a aceptar obligaciones que inicie la reducción del consumo de energía en sus países, negando sus responsabilidades a pesar de haber mostrado signos de colaboración, como el permitir que el estadio Olímpico se apagara, o la ciudad prohibida en el caso de China.
En Argentina, aunque no se considera que sea un país especialmente en falta, en ese sentido y dado que somos tomados como un país de segunda, y con pocas probabilidades de reconvertir la industria para acompañar el proceso de dejar de contaminar, igualmente tuvo una tibia participación.
Qué conducta le estamos dejando a la generación que nos sigue.
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