Hace unos días, recuerdo haber leído un post, donde leí refutado, la posibilidad de que los imanes que se usan en la heladera, pudieran presentar algún problema para la salud.
Sin embargo, por lo mismo, leí que hay varios elementos mucho más peligrosos y cotidianos, y sobre todo, sustentados por estudios científicos, en un caso era el electromagnetismo de la propia heladera, que está en un compartimiento blindado, supuestamente, o las emisiones del microondas, que no está blindado y que por ello en las instrucciones del electrodoméstico se indica que no debe estar activo con una persona a menos de 20 cm, lo que no contesta a la cuestión sobre quién enciende entonces el aparato.
Pero son casi minucias frente a otros aspectos más aceptados, pero más peligrosos, las emisiones que captan las redes WI FI.
Ondas por las que estamos envueltos permanentemente, sin escapatoria, como sabe cualquiera que va observando las redes a las que se puede conectar, desde una notebook en cualquier parte de la ciudad, hay decenas de redes WIFI rodeándonos permanentemente.
Somos ni más ni menos, como chanchos en el asador nos vamos asando vuelta y vuelta, y cuando no, ceban tumores que ríete de la prohibición de fumar.
Entre el Wifi, los celulares, el microondas, la radiación que provoca el calentamiento global, que a su vez deja pasar los peligrosos rayos ultravioletas que provocan también, cáncer de piel.
La tecnología parece estar ganándole la carrera de destruirnos a los antiguos fantasmas, el humo tóxico de los ómnibus, las emanaciones del asfalto caliente, las emisiones de hidrocarburos, las aguas contaminadas; todo frente a lo cual la prohibición del consumo de Marihuana parece un chiste.
Nos perfeccionamos en autodestruirnos.
En otras palabras, andamos con el cáncer a cuesta y ello me hace pensar si no es que en el fondo, no somos más que asesinos seriales que hacemos todo para que nos encuentren los que nos van a castigar.
Construimos vidas alrededor de una comodidad que a su vez nos destruye, no caminamos, no tenemos aire puro, cada vez limitamos nuestras actividades, fabricamos tecnología que no sólo destruye el mismo hábitat que no tiene repuesto, y seguimos en carrera, aún cuando sabemos que es un callejón sin salida.
¿Faltará mucho para que nos rescaten extraterrestres?, a esta altura, no sólo es una cuestión de fe que haya gente en otros planetas, sino una esperanza de supervivencia.
Ahora que, si yo fuera extraterrestre y viera lo que pasa en este mundo, ni loco se me ocurre salvar a nadie.
Espero que los extraterrestres sean más piadosos que yo.
Y si no hay tal salvación, ya nos encargaremos de echar a perder el infierno. Tendremos mucha experiencia.