El tema de la pornografía infantil es profundo, terrible, y una de las aberraciones del hombre más imperdonable, según yo, peor que el asesinato, aunque es jugado comparar de este modo.
No se puede cuestionar el excesivo celo al respecto, y debido a ello, el gobierno de los Estados Unidos cerró por error alrededor de 84 mil sitios, bajo la sospecha de distribuir pornografía infantil.
Se puso en duda el servicio que ofrecía Free DNS, del que dependen miles de subdominios, de repente se vieron cortados, bajo la carátula de publicitar pornografía infantil y de posesión de imágenes y tráfico de niños.
Es un delito federal que impone cárcel y multas cuantiosas.
Pero el caso terminó por ser un error del gobierno.
Luego del descargo del dueño de FreeDNS y de su restauración, caben las preguntas de rigor que no han sido satisfechas:
A qué se debió semejante error, es decir, los cultores de la frase: inocente hasta que se pruebe lo contrario, culparon y accionaron sin ninguna comprobación, afectando a miles de usuarios, además de la reputación del servicio.
Obligó a las empresas y particulares que se sostenían en el sitio a colocar carteles y modificar sus sitios aclarando que no eran delincuentes sexuales, perjudicándolos económicamente y en prestigio comercial.
El lógico que se persiga a los delincuentes, pero en el método “arrasar” que usan los gobiernos no dejan en claro quiénes son culpables y quienes inocentes, con lo que aunque se haya reabierto los servicios, queda la duda de entonces qué pasó.
Estados Unidos hace rato que está en campaña de bloquear sitios usados para pornografía, venta de falsificaciones de cosas, robo de propiedad intelectual, tráfico de armas o tráfico de cualquier cosa que sea ilegal, música, videos o material escrito, todos estamos de acuerdo en que así debe ser.
Pero en dónde está la ley que protege a los inocentes.
Y una cosa más espeluznante: el control que se arroga Estados Unidos para juzgar y condenar sitios, sin dar cuenta a nadie, aduciendo luego que es un “error”.
La entidad que regula el control, ICANN, se rige por leyes de California, supuestamente, aunque en la acción no hubo ninguna ley de por medio, pero que ejerce ese “derecho”, más bien abuso, por haberle cedido esa competencia el Departamento de Comercio de Estados Unidos.
¿La justicia?, bien, gracias, durmiendo.
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