Ser presidente en el país de la esclavitud, y no me refiero a la de los KKK, sino a la actual, porque no hay duda que hay muchas formas de esclavitud y los norteamericanos cometen la mayoría de los actos de esclavitud, porque responden a un único amo: el dinero, no es poca cosa.
Es un galardón llamativo, un Nobel de la Paz, para quien ofrece apoyo a países con enfrentamientos bélicos.
Las potencias occidentales y los países árabes no se ponen de acuerdo sobre cómo enfrentar la crisis en Siria, y en un momento en que tomar partido, quizás aviva el fuego, Obama le da un espaldarazo al Consejo Nacional Sirio enfrentado al régimen de Al-Assad.
Mientras, el Kremlin, en oposición, como siempre a cualquier intrusión de Estados Unidos, se pronuncian a favor de que no haya intromisión de países exteriores en el conflicto, realizando con ello la misma acción que repudia, pero dejando en estado de suspenso el mensaje que seguramente quieren transmitir: no se metan, que con eso, nos meten a nosotros también.
Sin muro y si comunismo, las fuerzas de los poderes del mundo muestran sus colmillos, como si no hubieran pasado la caída de ambos modelos, el de Alemania Oriental y el Ruso.
Mientras, los norteamericanos, que continúan dando empleo a los mismos guionistas, nos venden la misma película, declaran que es una violación a los derechos humanos, que Al-Assad no termite la ayuda humanitaria a los civiles e incluso los mismos argumentos de presión que se conocen: que habrá sanciones económicas. Extendidas, claro, a los países que ayuden al régimen.
No dejó de sumarse la oposición de China, para conformar una geografía cada vez más clara sobre quiénes son los unos y los otros.
Mientras unos promulgan que no hay que intervenir en conflictos internos de países, los otros declaran que no se puede ser simples observadores.
El problema con los unos y los otros es que las motivaciones por las que intervienen en estos conflictos son meras excusas, en todos los sentidos no es más que económico o de estrategia de ventaja económica.
La unilinealidad del pensamiento norteamericano obliga a los países que eligen no vivir bajo la misma visión a acciones que terminan siendo en beneficio precisamente de quienes los combaten, los norteamericanos.
Tanto como si se oponen, como si no, el conflicto llegará al punto necesario, con muertes de civiles inocentes o no que permita al país del norte hacerse de activos, ya sea en venta de armas como en apropiación de tesoros nacionales, ya sea en tierras, en petróleo, en geografía estratégica, en vínculos estratégicos.
Ese país considera que sólo hay paz, si es que ellos tienen la hegemonía económica.
Ni por un momento se les ocurre que ellos son los principales depredadores del planeta con la voracidad de depredarlo al máximo a costa de los demás países, a eso ellos le llaman hacer patria, conseguir confort para sus propios ciudadanos.
Así como dicen que no es posible torcer el destinos de los asesinos que se inmolan matando occidentales porque en el reino de dios tendrán todos los tesoros y mujeres, a los norteamericanos les prometen lo mismo, pero en vida.
Ambos pueblos sacrificaran las vidas que sean necesarias en pos de esa creencia, en el medio estamos el resto, los que no queremos pelear y los que no somos tan ambiciosos que somos capaz de destruir el planeta para tenerlo todo.
Que Al-Assad es corrupto, asesino que tomó su país, no lo discuto, pero que Estados Unidos propicia esas actividades tampoco lo dudo.
No hay armas, guerras, ideas bélicas que no provengan de ese país.
Si el mundo espera la paz desde ese país, estamos listos.
Hay premios Nobel de la Paz, muy controvertidos, Rabin, Simón Peres, Arafat, Obama, qué cuadro.
Ahora hay que tener cuidado con ese premio, no estoy muy seguro que sea prestigioso entrar en la historia de la mano de esos nombres.
Sobre todo, que aunque se los dieron por supuestas acciones de paz, Palestina sigue en guerra con Israel, y ya no se puede decir quiénes son los fundamentalistas.
Esto sin mencionar a Kissinger, que recibió el premio mientras miles se promulgaban contra la guerra de Vietnam; otro es Marshall, Nobel en el 53, mientras desarrollaba políticas de producción de armas y siguen los nombres.
Mientras Obama muestra una cara en la que se coloca del lado “correcto”, en Afganistán, país que usa los recursos norteamericanos, revientan de cultivos de opio, en Irak, país colonizado por norteamericanos, despojado de sus recursos petroleros, enfrentan a Irán, otra vez con el discursos de los misiles, y el saqueo continuo de África Central, explotada por multinacionales estadounidenses, en el mundo se acaban los recursos y ellos siguen depredando.
Ese país, con todo eso, se arroga el discurso de la paz, para que otros sean los que dejen de consumir, todo para ellos.
Mientras, en las Américas, mientras seamos pobre y no hay nada que ofrecer, podremos vivir en paz. Pero no se ilusionen, es sólo por ahora, ya están los norteamericanos colonizando Perú, de la mano de Ollanta Humala, traidor de la causa indigenista, acólito ahora de los intereses norteamericanos.
Latinoamérica, despierta, esta cuña en Perú, es una señal, Norteamérica nos mira. Nos están descubriendo, escondamos los chanchos y las vacas, como se hacía en la segunda guerra, si los norteamericanos ven nuestras riquezas, de repente, les puede parecer más costoso hacerse de los países de oriente que de los Latinoamericanos, dan por descontados que todos somos Humala, que todo somos Lucien Lacombe.
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