Transcurrimos una generación que participa del mundo digital con soltura, pero no cuestiona sus motivaciones, luego, la que trata de alcanzarla propone un análisis más allá, en parte por la aparente discapacidad para enfrentar los desafíos que las nuevas tecnologías imponen.
Entre ambos, el marketing digital atraviesa, también, las barreras que le imponen las estrategias de uso de ambas generaciones, la nativa digital y la que no.
El objetivo está claro: el posicionamiento en buscadores; el problema consiste en la forma de la toma de decisiones de ambos grupos.
A nivel de tecnología, apuntar a las aplicaciones del celular, es ya una realidad, sin embargo enfrentamos también varios caminos, el primero, y más importante es que las tendencias indican que los dispositivos móviles se usan para consulta, en muy pequeño y descartable porcentaje para comprar o adquirir productos; de manera que a la hora de planear, presentar el producto en forma directa sería una posibilidad, pero sin comentarios no aparecería en las búsquedas, de manera que parece un contrasentido, cuando no lo es.
Para que los productos aparezcan en consultas la descripción, e incluso comentarios sobre el producto es lo que lo colocaría en el nivel de accesos entre las primeras búsquedas.
Por otra parte está el factor neurociencia, la forma en que se toman decisiones para concretar, apelar a la saturación de imágenes era una técnica que se usaba en el mundo real, para implantar en le mente del consumidor un producto. Sin embargo, ni la misma técnica en la tv, funciona en el mundo virtual, puesto que salvo por el acceso a buscadores, los usuarios no pasan por espacios donde puede instalarse un esquema de saturación, de hecho la tendencia es rechazar los espacios que abusan de esa técnica.
En marketing se está apuntando a recurrir a la neurociencia para establecer estrategias que permitan modelar las decisiones de los consumidores, no es que sea una técnica nueva, pero lo que ha cambiado es el medio, el usuario tiene la posibilidad de elegir lo que quiere ver, sin embargo no cuando utiliza aplicaciones gratuitas como las redes sociales, en donde los que implementan las políticas de marketing son las misma aplicaciones.
El consumismo viene de la mano de la sensación de culpa por el exceso, o del exceso como método para estar al alcance de los nuevos desafíos, mejores equipos, para estar a la altura, sin embargo, hay una distorsión entre mostrar un objeto, que siempre han sido señal de nivel, cuyo rango se ha ampliado; ahora la competencia es entre modelos de dispositivos para ver lo que es objeto de oferta para los consumidores, mirar un producto en un tipo de dispositivo no es lo mismo que en el otro, la intención del consumo, es también modelado por el dispositivo en el que se lo encuentre.
Muchos aspectos ha complejizado el marketing y el análisis de tendencias se vuelve complejo, nunca antes se tuvo oportunidad de colectar tanta información y a pesar de ello, el consumidor, sigue perteneciendo a uno u otro grupo, los que se abandonan a la decisión a la manipulación del dispositivo a la nueva generación, entre ambos hay una decisión dirigida, por una parte por la complejidad de alcanzar algún resultado, por la otra, el modo en que nuestro cerebro toma decisiones.
Por una parte, la primera decisión es encontrar la información del modo “natural”, que no es otro que lo que se llama sentido común, pero que en realidad es producto de un análisis de tendencia que se aplica sobre los datos de redes y aplicaciones, sistemas que informan el modo en que los usuarios interrogan a la red. Este último punto parece trivial, pero los tiempos cambian, y mientras los primeros usuarios, los no nativos tecnológico consultaban utilizando los infinitivos, los nativos tecnológicos interpelan a la Internet, escriben: “Por qué…”, “Dónde…”; revelan un cambio de paradigma sobre lo que significa la internet convirtiendo un lenguaje humano a herramienta en un lenguaje de diálogo entre humano y herramienta.