Usted llega a la oficina de su jefe, quien le habla mirando su notebook, mientras usted intenta informarle algo, él desplaza los ojos por la notebook, se escucha el zapateo de los dedos sobre el teclado, y si no pertenece al grupo que tiene una notebook, se queda allí parado sin saber qué hacer. Esto le pasa porque usted no tiene una notebook, porque si la tuviera, sabría que su jefe está escuchándolo igual, que su atención ha aprendido a estar en el mundo virtual, en el mundo real y sus dedos circulan solos buscando lo que su jefe desea, aún cuando él mismo aún no sabe lo que desea. Si usted no sabe todo eso, entonces no “pertenece”.
Algo como esto se ve en casi todas las oficina, siempre hay uno que está avanzando con su tiempo y tiene una notebook, mientras usted se queda mirando, imaginando una vida que usted tiene que comenzar a vivir en la que está incluida una notebook.
Ese es el primer momento de una serie de infructuosos momentos, porque esa vida en la que piensa, cuenta con al menos cientos de miles de situaciones posibles, tantas, como modelos de notebook hay.
Entonces se decide a recurrir a esa amiga de un amigo, que sabe de notebook, porque ha notado que si fuera una amiga directa, en vez de la amiga de un amigo, usted ya tendría una notebook, en vez de andar pensando en comprarse una, o al menos es lo que usted se imagina.
El caso es que así se dispone, al menos, a hacer ese llamado a la amiga de su amigo, ya predispuesto con un guión simple: no entiendo nada. Presuponiendo que todo comentario que provenga de esa persona estará en una lengua parecida al sánscrito o al menos igual de complicada.
Preparado, se anima y llama, y le ocurre algo imprevisto: la amiga del amigo lo interroga a usted, no le habla en lengua extraña ni nada, sino que lo interpela sobre su vida, sobre sus necesidades, comenzando con la tan temida frase: para qué la vas a usar; y entonces la frase que tenía preparada en su guión le queda desajustada con la pregunta, de manera que comienza con un silencio, sigue con un tartamudeo, luego de nuevo un silencio.
La amiga de su amigo, que es, seguramente, una conocedora que está acostumbrada a ese tipo de situaciones, esgrime una larga lista de preguntas: Vas a consultar Internet, administrar mails, entrar a chats, participar de foros, mirar páginas de pornografía, participar en juegos arcades, de roles, en casinos, en e-comerce, webs sites, diseñar, bajar música, películas, manipular fotografias, administrar un fotolog, publicar videos, escribir en publicaciones, y así, despliega una lista de actividades de las que usted sólo oyó hablar en la mesa de al lado, cuando su jefe le pide que lo acompañe al club, lugar al que accedió a ir para prestar atención a esa vida en la que tendrá que calzar si desea ser jefe algún día.
Pero ninguna de esas actividades encuentra un eco en sus intenciones, de manera que sus silencios y sus titubeos continúan, aunque alcanza a tartamudear que usará mails, y tal vez Internet.
No importa, de todos modos, la amiga de su amigo, le recitará una enumeración de opciones que deberá tener en cuenta a la hora de comprar la tan ansiada notebook que lo colocará en el mundo del Management, del liderazgo, del Counseling, del CEO , aunque lo que usted no sabe es que ella piensa que una vez que usted compra una notebook, todas las actividades que mencionó antes serán sus nuevas actividades, porque si no, para qué otra cosa iba a ser necesario una notebook, incluso sin ella saber qué sabe usted, ni qué quiere, ni en qué piensa, ella sabe mejor que usted, qué hará a partir de esa compra. Ella sabe todo eso porque seguramente tiene una notebook, piensa usted.
Usted anota prolijamente cada uno de los ítems mencionados, palabras extrañas, conceptos nuevos, y aunque ella menciona para qué servirá cada cosa, usted sigue pensando que le está fabricando una vida ahí mismo, mientras anota dócilmente, convencido que una vez realizada la compra, todo lo otro vendrá por sí mismo, que esa vida que imagina lo asimilará a usted naturalmente, sin otro esfuerzo de su parte más que la compra de la dichosa notebook.
El hecho es que a continuación y con su listado, se apresta a concurrir al negocio y al análisis de los préstamos necesarios que concluirán con la tan ansiada notebook.
Pero sólo para darse cuenta que hay cientos de modelos, cientos de marcas, cientos de tamaño y extraña variación de precios que le calzan en la misma vida, o sea en los mismos ítems que anotó.
Va por el primer round, Tecnología 2, Usted 0.
No se desespere, que quedan otras opciones, por ejemplo, dedicarse a escribir. Ser escritor es otra de las actividades que le gustaría realizar. Y se imagina a sí mismo, en esa vida, sin necesitar ninguna otra cosa, o cree no necesitar nada más que las interioridades de su imaginación.
De repente por la magia de la escritura, usted se encuentra en su casa, con su mano, un lápiz y un papel, solos los cuatro, prestos a vivir una verdadera vida, escribe y escribe, cuando se detiene, creyéndose satisfecho, se pone a leer lo que ya ha escrito, y descubre que ha usado la palabra “usted” demasiadas veces, y también otras como “vida”, y se da cuenta también que ha usado la palabra “cuenta” y “también”, tan repetidas que el texto le suena cacofónico y así, sumergido en esas cavilaciones de repente se encuentra pensando en lo bien que le vendría una notebook para buscar sinónimos de esas palabras y quizás otras repeticiones inadvertidas.