La existencia de Blanca estaba en un punto muerto. Obsesionada por dolorosos recuerdos, vivía completamente aislada de su entorno. Hasta que un amanecer la visión del hueco que acaba de dejar su cuerpo en las sábanas la lleva a tomar una decisión inaplazable.
Un inolvidable viaje introspectivo que describe el camino de una mujer en busca de sí misma. En las primeras horas del amanecer, Blanca, una joven fotógrafa madrileña, hace recuento de los sentimientos contradictorios que han teñido de angustia los últimos años de su vida.
Ahora, tras un paréntesis letárgico en el que permaneció aislada de todo y de todos, ha decidido abrir de nuevo los ojos al mundo y empezar a vivir. La pena y el desencanto por la vida en que la sume la muerte de Inés, su hija recién nacida, así como su posterior divorcio de Germán y la decepcionante ruptura con Jaime, son eslabones del pasado que le están impidiendo ser feliz.
Heridas que necesita cicatrizar aunque para ello deba hurgar en su interior, a la búsqueda de un hueco donde descubrirse a si misma. Sus fotografías –fragmentos de cuerpos, fragmentos de vidas- le recuerdan el sentimiento de abandono que dominaba sus días. El blanco y negro debe dar paso al color, la monotonía gris al contraste de tonos... Y el pasado, convertirse en un lugar donde recurrir, pero ya sin ataduras. Blanca sabe que necesita dar un vuelco a su vida y, sobre todo, desprenderse de esa imagen obsesivamente fijada en la memoria: la de una tarde de verano en Mallorca, cuando tenía poco más de veinte años y todo parecía posible.
Algunas frases del libro:
“Como cuando uno se despierta, mira el reloj y descubre que todavía tiene tiempo para arrebujarse entre las sábanas, colocar la almohada, hacerse un ovillo y no ser un rato más” “No importa dónde vayamos, lo que somos nos acompaña siempre, nada de lo ocurrido desapareció del todo de su memoria”
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