Todos sabemos que en Internet el mayor problema es el asunto de los derechos de autor, todo esto que escribimos, ¿de quién es?, ¿puede ser reproducido por cualquiera?, en grado mayor, los libros que se citan, o de los cuales se copian párrafos enteros, ¿de quién son?, ¿se puede hacer?
En realidad, la ley ha sido siempre clara, los derechos de autor, son eso: derechos de autor y él los puede ceder a quien quiera, expresamente escrito. Si tal cosa no existe, pues no se puede copiar.
Pero esta realidad de internet pone en la palestra lo que viene sucediendo desde la Gutenberg, que todo se copia, y que es un medio que permite difusión, conocimiento, que es otra forma de decir que permite que se conozca un autor.
Y entonces qué hacemos, es bueno o malo copiar textos.
La discusión es abierta y tiene tantos seguidores como detractores, cualquiera sea la respuesta, la realidad toma otra vez el mando, sea por necesidad biológica de saber o de transgredir todo material es copiable y si se puede se hará, después verá la ley cómo se las ingenia para juzgar el hecho.
Hace poco y condiferencia de meses, leí un panegírico de Javier Bardem (qué lindo sos actuando, dedicate a eso bonbon), y de Pilar Bardem (no me gustan las mujeres, pero dedicate a actuar), opinando a toda página en Babelia, el suplemente cultural de El país, sobre que copiar es robarle al autor y bla y bla.
No es tan simple chicos, y mejor cerrar la boca cuando tratan temas que no comprenden.
A ver, si no se copiaran textos, cómo harían todos esos chicos de las universidades para seguir sus carreras, miren si de no poder comprar un libro, un médico, por ejemplo, supongamos el médico de Jarvier Bardem, no sabe ciertas cosas que debería saber, pero a falta de posibilidades de comprarlo todo, justo, qué casualidad, resulta en un caso fatal.
Será extremo, pero sin duda que ocurre, ocurre aún cuando se copian libros, cómo no iba a ocurrir cuando no.
En otro orden de cosas, es inhumano, sencillamente, que el autor, de cuyo sudor brotó el jugo de letras, cobre el mísero 10 % del precio de la tapa de un libro y todo lo demás vaya a parar a las arcas del estado, distribuidores y editoriales, ¿ESO no es un abuso ACASO?, en definitiva, cuando se copia un libro NO es el autor, el más afectado, lo es la industria mezquina alrededor.
Claro que todos tienen derecho a tomar su parte, si trabajan, sin el distribuidor y la editorial, capaz no hay autor, en papel, y está en duda.
Pero en Internet, al autor qué le puede importar si la editorial y distribuidor, que desde hace años abusa de él pierdan, si él pierde en cualquier caso.
Además del mísero 10 %, sufre el hecho de que nunca puede comprobar las ventas, no tiene la menor idea de cuál es el monto real de su obra que está en curso, porque una cosa es una declaración de cantidades impresas, otra es la realidad, eso se sabe a voces calladas, y también es otro el monto declarado como vendido, el autor no tiene la menor chance.
Entonces, si le preguntan a los autores, concientizados de estos aspectos ¿qué opinará?, lo que opinan los artistas: no le importará la pérdida monetaria mientras sea leído.
Ahora resulta que todos hablan “en nombre” del autor, y es el último en ser tanto beneficiado por esta ley como no beneficiado por su incumplimiento.
Claro que habrá autores que se quejan igual, pero hay que ver la calidad de sus obras.
A los grandes todos estos aspectos los tienen sin cuidado, algunos comprarán los libros, de un porcentaje que se le de la gana a los editores, ellos cobrarán sus dineros, del resto, por qué no preferir ser leídos, si de todos modos ellos ni la huelen.
Sin duda que todos estos “movimientos” de quejas, son de la parte del león que con Internet están viendo sus reinos basculando en el vacío legal que es Internet.
Yo apunto a la gestión del autor, para que sea el verdadero ganador del fruto de su trabajo y hoy hay muchas maneras de que eso pueda suceder.
Sorry editoriales, sorry distribuidores, búsquense un trabajo en el que exploten menos.
Esta debería llamarse la revolución social de autores.
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