Es el nombre que tiene un procedimiento que se realiza a las embarazadas para evitar la homosexualidad femenina.
Aunque resulte difícil de creer.
Espero con ansias el resultado de ese experimento. Digo experimento pero en realidad no lo es, pues se aplica en embarazadas, y no imagino o no quiero imaginar que se ponga en riesgo la vida de mujeres embarazadas para algo que no se sabe qué pasará.
Parece que desde hace tiempo se ha descubierto que algunas embarazas presentan un desorden que se da en llamar “ambigüedad genital”, que puede desembocar en la futura homosexualidad del bebé.
No tengo idea de cómo se sabe tal cosa, ni si es cierta, pero la intervención externa sobre una “decisión” biológica por un prejuicio sobre la condición sexual futura del bebé, no me parece inmoral, me parece aterradora.
En principio porque postula una peligrosa afirmación: la homosexualidad es una enfermedad que mejor si se puede “curar”.
A esta altura de la evolución humana, que haya médicos apoyando semejante mensaje ya me horroriza.
En Estados Unidos, las mujeres embarazadas se interesan por saber sobre esa cuestión, pero no con la idea de conocer mejor sobre el bebé, sino con la idea de “prevenir” la “posible” (ni siquiera es seguro que resulte homosexual), homosexualidad del bebé de sexo femenino (parece que no es el mismo caso del sexo masculino).
La condición de ambigüedad genital se manifiesta por la acumulación de hormonas masculinas, que da lugar a genitales masculinizados que dificultan el género del bebé al nacer.
La medicación “a modo de prevensión” (como si la homosexualidad fuera una enfermedad), reduce las posibilidades de ese “mal”, proveyendo de “comportamientos” (¿tal cosa es posible?, es decir: ¿que algo físico le de “Educación de comportamiento femenino” a una persona?), femeninos.
¿Sólo a mi me parece descabellado?
Este asunto es importante, me parece, para la comunidad de gays y lesbianas, porque reactiva la vieja polémica de si es una enfermedad o una elección.
La verdad, que la respuesta no me importa, por las razones que sea que cada uno haga lo que quiera con su traste.
Si se puede permitir una elección, mediante “ingeniería intrauterina”, que investiguen cómo se evita un futuro asesino, un futuro genocida, un futuro delincuente.
Pienso que en esa dirección, a lo que se va a llegar es a la misma discusión sobre por qué se prohíbe la clonación: la manipulación de la biología plantea cuestiones éticas y de otros órdenes difíciles de clasificar.
Lo que lamento es que habrá muchas mujeres dispuestas a arriesgar el proceso del azar o biológico para “modelar” el sexo o “comportamiento” del hijo, convencida que hace lo que debe hacer para darle una oportunidad a la hija, y que como todo azar, le tuerza la vida, tal vez la salud, sin más sentido que un prejuicio.
Sobre la identidad del género, en realidad, no se puede decir mucho, pero por lo mismo, hay que tener prudencia en no influir sobre las decisiones biológicas del cuerpo.
Sobre todo con tratamientos de los que se sabe muy poco. |