Por esta vez, estamos en los diarios del mundo, y no por Maradona, sino por ser el primer país latinoamericano en salir de las cavernas y admitir una realidad que muchos se niegan a ver: la homosexualidad no es tiene por qué ser un estigma y dejarte a la vera de derechos que todos tienen a formar una sociedad contractual, con otra persona para comprometerse a vivir una vida en la que ambos tienen derechos y obligaciones.
Lo mejor de esto, me parece es que se banquea una situación que va a beneficiar a nuestros hijos, es deber de todo padre hoy, explicarle a los niños que las relaciones entre personas no son hombre y mujer, y por fin el compromiso afectuoso es más importante que los designios d oscuras organizaciones como la iglesia, que es la que impone las principales faltas de derecho y siembra el prejuicio, basado en premisas de preconceptos.
Este es un momento histórico. Espero que los Argentinos estemos a la altura del acontecimiento, porque en este país, es bastante común que nadie le preste atención a las leyes, y a pesar de ser legal se relegue a estas parejas al rol de ciudadano secundario o despreciado.
Otro tema importante es que el asunto que seguramente más pesó o flota en el inconsciente es que las organizaciones religiosas fueron las principales protagonistas de todos los males de tipo perversión (que inconscientemente le asignan a la unión gay), la homosexualidad encubierta, la pedofilia y otros delitos sexuales son, la ironía es que crean que tiene alguna autoridad moral para opinar en este debate.
Por mi cuenta tuve mis propias peleas y en definitiva lo que saco en claro es que subyace el prejuicio que los niños criados en el seno de hogares con homosexuales estarán sometidos a perversiones de tipo sexual, presuponiendo que la homosexualidad y la perversión son la misma cosa.
Muchos piensan que los homosexuales son malas personas que no tienen moral y abusarán sin problemas de cualquiera, en especial los niños.
Personalmente creo que esa idea es sembrada inadvertidamente porque es lo que circula por los medios, gente famosa o conocida que declara que su homosexualidad se debe al abuso de algún familiar. Sin advertir que una cosa es un caso y que justamente por el ocultamiento general de esa condición, no se conoce la inclinación sexual de nadie, y que no todos los casos de homosexualidad se deben a abusos.
Tal vez esta ley sirva para que cada vez más personas se animen a vivir su sexualidad en la forma en que el cuerpo se lo pida, y no haya que lamentar que el ocultamiento propicie justo lo que se quiere evitar: el abuso infantil.
En buen hora.
Es hora que le siga la ley del aborto libre.
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