Se come nuestra sangre, le escuché decir a un niño. La realidad metafórica es bastante parecida. Si bien es un tema que ha aparecido mediatizado en estos días, lo cierto es que es una enfermedad peligrosa que se debe conocer en sus alternativas.
La justicia se ocupa en estos días de una contaminación masiva de medicamentos que contenía el virus del SIDA y hepatitis C.
Los casos se expanden entre los hemofílicos, y han aparecido casos crecientes desde el 2005, en Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Irán, Irak, Canadá, Portugal, Argentina, y es probable que en todos los países en menor proporción a la población total.
Es llamativo en los países nombrados.
Si hubiera transmisión por descuido de las personas, se tiende a creer que es menos importante que si ocurre por contaminación de medicamentos, cuando ambas cosas dependen del hombre y no debería ocurrir.
Se maneja una cifra de aproximadamente un poco más del 60% como un desenlace fatal, de manera que los que difunden que “no es peligroso, si está controlado”, es un mensaje un poco distorsionado.
La realidad es que el “control” de la enfermedad, requiere una conducta y un cambio de vida tan profundo que pocos pueden llevarlo a cabo, sumado eso a que los medicamentos provistos por el estado deben ser continuos y puntuales, dos aspectos muy poco probables en nuestro propio país.
En otros países, los gobiernos asumen que un descuido en sus obligaciones para con estos enfermos, es el inicio de un problema de salud poblacional que se puede volver incontrolable, en Argentina, los gobiernos difícilmente se hacen responsables de lo que le pueda pasar a la población en esa dirección.
Baste decir que hay 7 casos de damnificados en Argentina, hemofílicos algunos y sus esposas en otro caso, que iniciaron una querella por haber sido contagiados por sangre transfundida contaminada, y la justicia sobreselló a los responsables, los 4 imputados en la causa, directivos de la Fundación hemofílica, de los cuales sólo dos fueron indagados, ni siquiera se hizo una investigación a fondo de los casos.
Aunque se fue a una apelación, de todos modos los imputados no fueron procesados. Ni siquiera una leve sanción.
Si los que están en manos de la medicación que provee saluda a la gente, no es responsable de lo que prometes, o sea salud, qué les queda al resto.
Los concentrados hemofílicos se exportaban de Estados Unidos, y esa es la excusa para deshacerse de las responsabilidades.
Se dice que los concentrados usados existían de antes que se supiera de la existencia de la hepatitis C y por ello no hay responsabilidad.
Eso me recuerda a los niños de la Talidomina, nadie sabía lo que podía provocar ese método y también hubo impunidad para los experimentadores.
Quién sabe, la realidad es tan bizarra que ya no se sabe quién tiene razón, de todos modos la gente muere.
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