Históricamente, hay enfermedades que atacan la vulnerabilidad de los viejos.
Diabetes, hipertensión, patologías cardíacas, colesterol.
Hay un alarmante crecimiento de jóvenes que están padeciendo estas enfermedades, o que están en el borde de padecerlas, en muchos casos con descubrimiento tardío, ya que ningún joven consulta por ellas con el médico.
Se descubren de casualidad, accidentalmente, o aparecen en las empresas que tienen como requerimiento una consulta médica para obtener empleos, los llamadas consultas preocupacionales.
Se ha detectado una mayor incidencia de la hipertensión, enfermedad asociada a la ansiedad, combinada con la mala alimentación y la vida sin control.
Incluso se ven cada vez más seguido en niños de 12 años en adelante.
Teniendo en cuenta que estas enfermedades son crónicas, la convivencia con sus particularidades afecta la vida del que la padece y sus circunstancias.
Estudios recientes determinan que la enfermedad de diabetes tipo II, enfermedad adquirida por la obesidad, es cada vez más común desde la infancia.
Va en crecimiento los casos de infantes con porcentaje de obesidad están cada vez más en riesgo con el descontrol de la calidad de su alimentación.
Los factores de riesgo cardiovascular no son menores, la población en riesgo ha disminuido en edad, apareciendo ahora a la temprana edad de 25 años, con gran riesgo en un límite de 34 o 35 años, para luego ser menos peligrosa en los mayores de 50, una estadística verdaderamente alarmante.
Los mejores años, hablando en término de producción, de creatividad, de relación sexual, de entre 25 y 35, se van convirtiendo en un riesgo de salud.
La edad de los excesos se cobra su tributo.
Se denomina síndrome metabólico al trastorno que con antecedentes obesidad, y alteración de azúcares en la sangre influye en la presión arterial elevada, factores típicos del infarto y desarrollo de diabetes tipo II, diabetes adquirida, este cuadro se está dando entre chicos de 12 a 14 años, en muestras de colegios en Argentina, una relación superior en jóvenes que en jovencitas.
Con estos factores de riesgo en tan temprana edad, se ingresa a la vida de adulto con factores determinantes en su conducta social y profesional.
Estos números deberían significar un alerta a los padres que no hace un seguimiento de la alimentación de sus hijos y calmar la tendencia a llenarlos de actividades que generan desorden alimenticio y ansiedad exagerada para la edad.
Estos factores, en una edad de 13 años, determinan las estadísticas oficiales, entre 1999 y 2005, la tasa de infarto de menores de 40 años, creció un 19,5%.(*)
En los mayores, la tendencia diminuye, debido a que por la edad, las medidas de prevención son alertadas antes.
Los especialistas recomiendan, en principio, trabajar menos horas, o tomárselo con calma, exigir menos a los niños, no alentar conductas desorganizadas en la alimentación, incitar actividades deportivas sin competencia, como bicicleta, caminatas, paseos por parques, incluir alimentos verdes diariamente, disminuir alimentos con azucares, galletas, caramelos, chocolates.
(*) Fuente: Fundación Favarolo.
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