Supongo que todos saben que Lula, el presidente de Brasil es del PT, el partido de los trabajadores, por otra parte es el único de los movimientos de los trabajadores del mundo que no se alinea con los partidos de izquierda y aunque mantienen una relación amistosa con países comunistas, declaran abiertamente no ser comunistas.
Creo, desde ese punto de vista, que Lula ha sido inteligente en mantener ese discurso que lo mantiene en la presidencia desde el 2002.
Es interesante la diferencia, porque formalmente la idea que presenta es que mientras el comunismo es una política de enfrentamiento y control, el PT tiene una política de consensuar e inclusión.
Diferencia discursiva que ha llevado a este estadista a la cumbre de la aceptación popular y al tener, por ello, el respeto Internacional del que no gozan el resto de los presidentes latinoamericanos, que son cuestionados por actos políticamente incorrectos en el resto del mundo, incluida nuestra presidenta.
Hace días escribí sobre las mujeres presidentes, en las próximas elecciones la candidata más popular, es precisamente la hermana de Lula.
Un acto obvio de perpetuación en el poder, al que también recurrieron todos los presidentes latinoamericanos, en cuanto tuvieron oportunidad, por contar con una consorte presidenciable o, como en el caso de Lula, familiar directo.
De la “gestión” de la hermana de Lula se conoce poco y nada, lo cual podría deberse a que el aura de expansión de Lula no lo permite, pero estoy segura que pronto se comenzará con la campaña de la cantidad de obras que dicha persona ha realizado.
En esa dirección, creo, es el acto de Lula más visible de su “idiosincrasia” de presidente latinoamericano.
Esos movimiento de perpetuación en la “especie presidencial” entre elementos endógenos de la misma familia, es precisamente uno de los rasgas que los países del primer mundo se toman como poco serios, ellos también se pasan el “trono” de padres a hijos, pero lo hacen más sutil, los hijos o parientes deben “transcurrir” por diferentes cargos desde senadores para arriba y antes también, para llegar al deseado puesto, y eso, según ellos es más digno.
Luego, esos países observan, distantes, el éxito que el saltarse etapas ostenta Latinoamérica.
Hago un vaticinio: no pasará mucho tiempo que comenzarán a copiar el proceso, ya que para ellos la divinidad está muy por detrás de los negocios.
Se vienen las grandes dinastías de familias presidenciables en los países llamados del primer mundo.
Vamos a ver entonces cómo se excusan de esa “poca seriedad”.
Mientras, el pueblo, los trabajadores, partidos, como siempre, mirándola de lejos y sosteniendo ese modelo bajo la premisa: “si él llegó, yo también puedo”, mientras miran a los Moyanos comprando hoteles de lujo.
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