No comprendo bien el fenómeno del reality show, pero ese no es el problema, hay muchas cosas que no comprendo, lo que me preocupa es que últimamente siento cierto aislamiento respecto a lo que parece importarle a la gente.
Sobre todo cuando la mayoría usa la palabra “fenómeno” para dar cuenta de esta tendencia a ser espectadores, no específicamente a mirar un programa, sino a ser espía de una vida que finge ser real, hay una diferencia con mirar una serie o una película o incluso una telenovela, en los realitys hay un espía y un espiado, el uno se sabe que depende del otro.
El espía, entregado a las especulaciones sencillamente no sólo mira, sino que juzga, se compara, en referencia a lo que ve, se encuentra más sensato, más normal, sin advertir, quizás, que ser espectador de ese tipo de espectáculo lo hace parte del “fenómeno”, ahora como palabra referente a algo negativo en los social.
Mientras los límites se corren cada vez más, también se normalizan otros aspectos más profundos y complejos que el voyedurismo, la violencia, la agresividad, el sexo y todo aquello que prende en las mentes menos maduras y qué quién sabe en qué jugo se cuecen dentro de las futuras relaciones sociales que le espera a la generación reality.
Este gusto por la vida reality, considerado como un entretenimiento y vicio socialmente aceptado sostiene una relación de choque generacional mucho menor que la tribu interneteana.
Mientras en el reality el niño, el abuelo y todas las edades intermedias participan como público o integrantes, en Internet el sesgo es superior, el entretenimiento requiere de tomarse el trabajo de adquirir algunos conocimientos.
Los reality no tienen más requisitos que estar mirándolos, sin usar ninguna función cerebral aparente, aunque se usen todas.
Y todo para que se llenen algunos bolsillos que nunca son los nuestros.
Los televidentes se entregan con gusto, consumen vidas ajenas y publicidad, el consumo y la exhibición como propósito y ambición son el canon que se está enseñando a las nuevas generaciones.
La era del esfuerzo, del estudio por y para el futuro está en sus últimas exhalaciones.
Y los padres de esta nueva generación, que no pueden romper con el problema del aislamiento más que compartiendo estos realitys, no encuentran alternativas para quebrar las tensiones
De esta nueva forma de sociedad, sin saber cómo enfrentar los nuevos paradigmas sociales.
Niños en peligro dentro de las redes, mujeres en peligro, asuntos comerciales, hackers y vacío en seguridad compiten con los realitys, ganan los realitys. ¿Usted cual elegiría?
No hay mucho para elegir.
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