Acá, -bah, allá por lo del Maestro-, en el barrio del Reducto, hay una casa que, sin estar abandonada del todo, no tuvo durante eones más habitantes que una pareja de cirujas. Uno habrá muerto, o los dos; el caso es que hace relativamente poco tiempo, no se los vio más. El jardín de la casa se había convertido en un vertedero del MeKong. Se llamó, se pidió, se rogó y ... nada. El municipio ni pío. Así que terminamos los vecinos juntando ánimo para sacar, podar, rasear, emparejar y limpiar. Yo hice de aprendiz de Muerte; en lugar de guadaña, una hoz cogí por instrumento. Al principio da asquito, pero después que te acostumbrás al hedor y de que te das cuenta de que la basura no es otra cosa que lo mismo que tenés en tu casa, salvo que manchado y en desorden (latas, yerba, condones, bolsas, bolsas y más bolsas, etc.), el día se nos fue volando. Hoy es un jardincito precioso, plagado de muérdagos, con un inmenso níspero de un lado y un ceibo enano al otro, donde vamos los muchachos de la esquina a platicar, jugar al ajedrez, discutir de candombe o de murga y todas esas cosas que hacen los gurises cuando se vuelven viejos. Quiero decir, hay veces que no queda otra que uno mismo juntar coraje para arremangarse hasta los codos.
Respecto de los gatos. Son macanudísimos, controlan plagas peligrosas, suelen ser relativamente limpios, y hay productos especiales para orientarles el pis y las deposiciones. Las arañas son peligrosas hasta ahí nomás; y en la ciudad, no son las grandes, sino las chicas las más peligrosas. La reconocida tarántula peluda (migala americana y semejantes) es más buena que el pan; no muerde si uno no anda jodiéndola todo el tiempo. Si de veras se trata de la migala -cosa que habría que ver-, hasta es plaguífugo pues come pichoncitos de rata ... Por regla general, frente al hombre, es un animalito que guapea presentando sus defensas pero que ulteriormente raja (supongo yo que no por cobarde, sino por una razonabilísima cuestión de fuerza y tamaño). Hay también entre las peludas, algunas variedades de saltonas, pero son muchísimo menos tóxicas que el cólera, el dengue, y la fiebre amarilla. A lo más, un bracito inflamado ... Son animales terrestres cien por cien, no tejen tela y viven en cuevitas del suelo entre los yuyos. Desmalezás y chau bicho, porque quedan expuestas a los agentes climáticos y a nuestro perverso modo de administrar nuestro propio terror.
Las cucarachas de campo -no de cañería-, son grandes, marrones, con un diseño atigrado de muy preciosista y armónica composición. Estos animales raramente transmiten algo malo; son insectos alergénicos, que a lo más pueden elevar el riesgo de ataques de asma en personas sensibles, y algunas reacciones alérgicas en piel y ojos. En contacto con los alimentos pueden transmitir enfermedades por trasiego de la basura que llevan en las patitas, pero esto generalmente acontece con laa caseras de cañería y no con las campestres. Los pájaros suelen ser la mejor medida de control de estas últimas: palomas, horneros, venteveos y gorriones, comen cucarachas a lo loco.
Nada de esto es espontáneo. Para hacer marchar a la gente hay que organizarla y antes, que tentarla con un fin atractivo para tal movilidad. Es inconcebible que la inteligencia policial no haya sabido de estas cosas con anticipación.
Voy a pensar feo pero no tan mal.
Darle plata a esta gente es como darle una gillete pa' afeitarse a un tipo que padezca parkinson. Agarran la teca, se van a su país, amparan parientes, y regresan a por más. ¿No les dan más?, truchan pasaportes y identidades. Total, ¿quién los va a controlar?
Hay que ponerles los materiales de construcción al alcance -no ahí al frente de donde se supone que elevarán la casa, porque si no, los venden y es lo mismo-; darle ladrillos, portland, arena de a ración desde un depósito comunal o cooperativo; de manera medida y por encargo específico. Hay que controlar la obra. Hay que hacer que todos participen en la ayuda mutua; hay que generar compromiso y evitar darles con qué volar. Hay que hacerlos trabajar en su techo; nada de contratar gente aparte tan pobre como estos pobres que ahora recibirán algo. Hay que darles sentido de pertenencia y convidarlos con una poca de identidad vecinal. Que se conozcan, pacten, resuelvan, de modo conjunto y cooperativo. Maquiavélicamente hablando, ellos mismos pueden ser los más eficientes agentes de control, llegado el caso.
Con las cosas puestas así como hasta ahora, yo supongo que una vez controlados bajo el subterfugio de las promesas, disueltos y en bandada diseminados por ahí mientras esperan a que les den el terrenito y la guita para elevar cascotes, ¿quién va a controlar que los cerdos gobernantes cumplan con la palabra empeñada? ¿Vamos nosotros a estar a la expectativa, controlando porque se cumplan sueños ajenos, o nos vamos a olvidar prontito y ya luego, quién sabe qué será de la suerte de estas personas? ¿Los diarios van a publicar sus posibles quejas de incumplimiento? Si uno o dos líderes del mentado movimiento aparecieran muertos mañana de un disparo en la nuca, ¿quién se va a enterar y quién va a tomar a su cargo la defensa del interés de sus deudos y de toda esta gente olvidada? "Murió boliviano en probable ajuste de cuentas" podría titular Página 12; y Clarín agregar que se trataba de alguien de quien se sospechaba que robaba dinero de los planes de ayuda ... ¿Quién va a poner en tela de juicio este titular?, ¿a quién le importa de veras la honradez y el orgullo de los excluidos?
El que joda se va a dormir sin cenar. Al fin, a eso se reduce la estrategia del gobierno (los gobiernos, strictu sensu). Pero, ¡qué bobada!, asumen sus responsabilidad de manera tan naif, que uno no sabe si son o se hacen. Se hacen naturalmente; pero, ¿y nosotros? La de los monos: no veo, no oigo, no hablo; me hago la paja nomás.
Mientras mi estúpido derecho a pasar por allí, o mi egoísta derecho a mantener ladrillos en desuso sean superiores al derecho a la vida y la dignidad de otros, vamos fritos.
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