La situación en Europa, respecto a la burbuja inmobiliaria ha colocado a los bancos en una situación de tener que enfrentar la administración de los bienes inmuebles, sin la experiencia necesaria.
La situación inversa, también es posible, lo que comenzó como un discurso de control y que continúa en abierta restricción de adquisición de la moneda extranjera, invita a la alternativa opuesta a la Europea: convertir a las inmobiliarias en administradoras de transacciones, tal como era actividad de Bancos, que permita multiplicar fondos que se volcarían a la construcción de viviendas.
Esto implica administración de fondos, con la misma política con que los Bancos reciben depósitos y sin la carga negativa que ha llevado a los Bancos a la posición actual, el hecho de que la gente prefiere invertir su dinero que dejarlo en los bancos o en plazos fijo, luego de más de 10 años de los sucesos del 2001 en que se quedaron con los depósitos de la gente, no han logrado recuperar la confianza como para que no se haya llegado al estado actual.
Sin embargo, la inversión en bienes inmuebles es diferente, es una inversión confiable, que implica no sólo inversiones, sino también soluciones sociales a la falta de vivienda.
El crédito abierto por el gobierno no basta para paliar el sin número de situaciones en las que muchos están en situación de alquiler o directamente sin vivienda, la razón es que es un crédito previsto para quien tiene un terreno, entre otros requisitos.
En el medio, hay una gran necesidad de generar un instrumento que permita adquirir propiedades en condiciones que no sean restrictivas.
Se podría generar un recurso, entre inmobiliarias o una inmobiliaria que en mejores condiciones de captar recursos, desde el punto de vista de la confianza de inversores, sirva para integrar proyectos constructivos que den espacio a un bolsillo medio, que es la situación de una gran mayoría que queda fuera de los requisitos para los créditos ofrecidos por el gobierno, que no puede acceder a ellos pero que cuenta con capacidad de inversión mínima para una casa en su futuro.
Ni más ni menos lo que se indica en el principio: actividades que antes eran patrimonio de los Bancos, podrían ser realizadas dentro del marco empresarial de las inmobiliarias con capacidad de proyectos constructivos.
En esta idea, hay una inversión en el procedimiento, no serían los bancos quien otorgara los créditos, sino los que solicitarían participación, el organismo de control y administración, tanto de recursos como de proyectos edilicios, sería de la o las inmobiliarias.
Sería un modo de ubicar a los Bancos como clientes de un sistema, en vez de sus administradores, como un modo de conjurar la desconfianza que surge de la población en dejar su dinero en formato de plazos fijos u otros instrumentos de captación de fondos.
El resultado de descentralizar el movimiento crediticio, canalizando un ahorro en forma de propiedades, vivienda o inversiones en bienes raíces quizás conformaría una alternativa que no implica saltear controles sobre moneda extranjera u otros controles, sino concretar el objetivo real que hace que la gente atesore en moneda extranjera: la adquisición de viviendas.
En el modelo de ahorro en dólares, esta nueva propuesta se estaría salteando la operatoria de compra de dólares para atesorar, el dinero iría directamente a inyectarse en el proceso de construcción de la futura propiedad.
Se podría generar un instrumento que signifique un ahorro convertido en inversión de viviendas, sin otro propósito.
Algo así como un bono, con valor, quizás cotización en el mercado de valores que permita generar los fondos necesarios para la construcción edilicia.
Si los Bancos deben formar parte del modelo, por cuestiones de impuestos o legalidad, será como una intermediaria entre las inmobiliarias y los organismos de control pero no como administradora de los fondos.