No es que haya insistencia en que es el control del dólar el problema de la baja en las negociaciones inmobiliarias, sino la incertidumbre de que sea una inversión viable; esto, en algunos casos. En otro, el de poder cumplir las obligaciones contraídas con un bien cuyo valor real no se puede determinar.
Por ello, aunque la mayoría de las inmobiliarias cambiaron la operatoria a pesos, la situación de fondo no cambia mucho.
En una economía capitalista es el mercado el que regula los precios, las condiciones de la demanda y la oferta determinan el valor de los bienes. Los procesos de inversión requiere de ambos componentes: comprador y vendedor.
La situación actual es inusual, porque ambos componentes se han retirado de la ecuación.
No sólo no hay compradores, sino que no hay vendedores y es eso lo que tiene paralizado el mercado y todas las actividades económicas que de ello dependen.
En el medio, no sólo se ven afectados los inversores, los que compran, los que venden, sino toda la cadena de negocios que de ello depende, los insumos, los costos de mantenimiento, los desarrollos constructivos, los convenios energéticos, sueldos, y sobre todo confianza.
Hay grandes especulaciones sobre que los dólares, están guardados y en manos de los argentinos que alcanzaron a sacarlos cuando no había tantas restricciones, lo que su vez provocó que haya más restricciones aún.
Dada la situación, aún hay operatorias que se pueden intentar, en las que conforme a ambos, el comprador y el vendedor, y es una propuesta de la inmobiliaria Mazzei Propiedades.
Los inversores, saben que los ladrillos son una operación segura y tradicionalmente el refugio de capitales, es por ello que lo mejor, si no se cuenta con suficiente respaldo para recurrir al modelo de Fideicomiso al costo, o sólo porque lo sensato indica que no hay que dejar el futuro puesto en una sola inversión, cabe la posibilidad de mirar la inversión más que como un pasaje de dinero, en moneda extranjera, un pasaje de inversiones en ladrillos.
Una idea parecida al Barthering, intercambio de inversiones, entre capitales que negocian el mismo insumo: ladrillos.
Se puede establecer un mercado de ofertas dentro de este modelo de operación, en donde se parcele la propiedad en una serie de títulos en porcentajes de su valor, y los inversores intercambiarían títulos, lo que equivaldría a invertir en ladrillos usando ladrillos, sin pasar por otro tipo de monedas.
Este modelo podría satisfacer un tipo de negocio que está paralizado, la necesidad de cambiar de vivienda, ya sea por ampliación de la familia, por cambio de trabajo, por mudanza de cualquier tipo, por mejoramiento del hogar.
Esto implicaría una actividad paralela, la de los opcionales, intercambio inmobiliario, por ejemplo, o cualquier otro insumo que pueda y quiera sumarse al modelo de operación.
Bajo supervisión de una inmobiliaria responsable, con experiencia, se podría ofrecer al mercado una opción que ofrezca la confianza necesaria en que colocar una casa a la venta tendrá una retribución en la misma moneda que se coloca: el ladrillo.
De funcionar, este modelo podría extenderse como ya ha ocurrido con mercados de intercambio en tantas otras experiencias internacionales.
No deja de ser una alternativa, hasta que el valor de los bienes inmuebles deje de estar tan pegado a la desconfianza de los inversores sobre el valor de la moneda local y su comparación con la moneda extranjera.