Lentas pero sin pausa las operaciones inmobiliarias se van incorporando a la realidad argentina, en la que la compra del dólar parece un escollo complicado de superar, no siempre porque sean operaciones sin justificación, sino porque en muchos casos el origen del dinero no está tenido en cuenta, como herencias, bienes de los padres, préstamos, formas a declarar que no están claras en las legislaciones.
Las inmobiliarias afines de acomodarse a esta nueva realidad, están aceptando operaciones en pesos, tanto los pagos en cuotas como las reservas y porcentajes de escribanías.
La verdadera protagonista es la incertidumbre, con varios frentes que afectan a la economía cuya evolución se desconoce, como la quita de los subsidios a los servicios, el problema del aumento en el transporte y los problemas energéticos que tiene a la población en varios puntos de la ciudad movilizados, las inmobiliarias tienen que rehacer sus planes de trabajo, y asumir la contingencia.
La normativa del control del dólar dio su respuesta en enero, muy pocas operaciones, en una época en donde funciona el llamado turismo de inversión, que aprovechan los veraneantes para las inversiones inmobiliarias, han cesado casi por completo.
Donde más se notan los cambios son en los honorarios de los escribanos, agentes y vendedores de bienes raíces, que cobraban sus comisiones en dólares, han pasado a cobrarlas en pesos.
Eso también simplifica las transacciones inmobiliarias.
También la inversión con el modelo de venta en pozo, se ha pesificado, aunque las condiciones de las cuotas se analizan mes a mes, pero se concretan en la moneda local.
El problema de la circulación del dólar afecta más a las propiedades usadas, que continúan operándose en dólares, y son las que más demanda tienen, pues son la respuesta inmediata a la necesidad de vivienda.
En estos casos, el valor de la propiedad se gestiona en dólares porque son mayormente ventas de recambio, un propietario vende para comprar otro inmueble para el que también necesita dólares.
El problema se presenta por la cantidad de “postas” que hay que cubrir en cada operación, desde el dueño de la casa que necesita el valor en dólares, hasta el constructor que para terminar el inmueble necesita los dólares, como los extremos opuestos en una cadena que involucra muchos eslabones en el medio, escribanos, vendedores, insumos, inmobiliarias.
Los controles no terminan en el dólar, sino que las inmobiliarias se ven obligadas a requerir justificación del origen del dinero de los clientes, lo cual parece que ofrece alguna protección sobre la operación, pero que en realidad se viene a agregar a una, larga ya, cadena de complicaciones para concretar cada operación, todo lo cual encarece el costo de las propiedades.
Ahora más que nunca, la falta de créditos, las dificultades está afectando a la actividad.
Todo esto, en un momento en dónde se sólo se ha enunciado la futura quita del subsidio pero aún no se ha hecho efectiva en la mayoría de la población, ofrece un panorama por lo menos inquietante para el sector inmobiliario.