El problema de la inseguridad hizo su eclosión cuando comenzó a notarse en las salideras bancarias, pero lo cierto es que las operaciones inmobiliarias que requieren movimiento de grandes sumas de dinero es siempre una preocupación.
Como respuesta a esta operatoria, el Banco Central creó el instrumento del cheque cancelatorio, lo que a su vez generó otras circunstancias dentro del sistema financiero.
En lugar de cancelar pagos de deudas o compras de gran magnitud o bienes inmuebles con dinero, se generó esta operación, con un tipo de cheque especial que permite transferir dinero entre cuentas, sin necesidad de cargar con el efectivo.
Los cheques son gratuitos, y cualquier cliente bancario puede solicitarlo, por un monto especial, bajo una firma registrada en el banco que lo emite.
Los cheques cancelatorios pueden generarse en pesos o moneda extranjera, siendo esto último solamente utilizables en operaciones de compraventa de inmuebles.
Los cheques tienen un rango de emisión entre 5000 a 400.000 en pesos o entre 2.500 y 100.00 si es en dólares.
En caso de necesidad de un monto superior se genera otro cheque.
Aunque el cheque en sí es gratuito, en el caso de que la cuenta es corriente, está sujeto al impuesto al cheque, lo cual ha generado no pocos problemas en las transacciones de compra y venta de inmuebles, ya que de por sí, son operaciones que están gravadas de diversos montos por comisiones e impuestos, agregados ahora desde Junio del 2010 el Registro de operaciones inmuebles de cualquier envergadura, compra o alquiler, con fines comerciales.
La operatoria, ya sea en dólares o pesos son levemente diferentes, así como los impuestos a pagar.
Lo que no tiene gravamiento es el cobro del cheque cancelatorio en ventanilla.
Es un instrumento poco usado, debido a la dificultad con las diferentes formas de operación bancaria, y parece que la complicación es disuasoria, frente a los casos de inseguridad que pretende conjurar.
La gente está poco familiarizada con esta operatoria y rechaza realizar trámites bancarios, que a pesar de estar computarizados, presentan complicaciones extrañas a la hora de realizar cualquier trámite.
Los bancos reconocen el poco uso del instrumento, aunque afirman que no hay dificultades en la instrumentación, la realidad es que cada operación requiere de un asesor personalizado, que los bancos no siempre están dispuestos a ofrecer.
Para utilizar este instrumento el dinero involucrado debe estar declarado, por lo que la mayoría asocia la operación con quedar expuestos ante organismos recaudadores de impuestos como la AFIP.
Con valores por encima de los 70.000 pesos, hay que realizar trámites declaratorios del origen del dinero, razón por la cual con los montos de los inmuebles en la actualidad es una forma impopular.
Pensando en la seguridad de las operaciones parece un buen instrumento, sin embargo la extraña forma que los bancos eligen para generar confianza en sus transacciones, que parecen limitadas a las propagandas de tv, se ven poco reflejadas en la experiencia de los clientes, de manera que tal vez sería interesante crear un modo de llevar a cabo la operación con verdaderas ventajas para los clientes, la primera: mejorar la atención de los clientes por parte de los bancos a la hora de la concreción de estas operaciones, garantizando no sólo la seguridad, sino rapidez, buena atención y apoyo por parte del personal bancario, que es uno de los factores que surge a la hora de consultar con los clientes por el uso de esta modalidad.