Mientras, la ciudad está tomando espacios donde no parece haberlo, debido a la gran demanda de espacio para la vivienda, ya hay rumores de una conjura inmobiliaria.
Para quien ha paseado por la ciudad, no puede resultarle invisible la cantidad de sitios tradicionales, bares antiguos, por ejemplo, que han cerrado sus puertas este año y en cambio se han colocado carteles de edificios en construcción.
La primera vez que observé el fenómeno, comenzó con el bar Tobas, en la esquina de Córdoba y Pueyrredón, en ese entonces, no pareció que hubiera una confabulación inmobiliaria, ya que se suplantó por otro bar, más pequeño, sin tradición y un enorme local que se utilizó en su mayor parte como kiosco poli rubro, incluido un bar de paso, abierto 24 hs, cuyo café era un brebaje al que había que animársele, pero que personas habituadas al ex Tobas decidieron ingerir usando la imaginación para suponer que era café.
Los habitúes, se cuenta, se trasladaron al bar Guarany, a una cuadra del anterior, Paraguay y Pueyrredón, de parecidas características, al menos en antigüedad, aunque de aspecto bastante más estilo viejo, con una enorme y atractiva chimenea que ya tenía sus personajes habituales, con la típica fidelidad que despiertan los bares que resisten la modernidad.
El otro bar, por el estilo, estaba en Córdoba y Jean Jaures, reducto conocido de taxistas que habían establecido su sede en el lugar. Era habitual ver allí a los taxistas y a los alumnos de la escuela de Teatro del famoso director Agustín Alezo, que operaba en el piso superior del bar.
El segundo en desaparecer, luego del Toba, fue el bar Córdoba, tradicional de la esquina desde antes de que la plaza D`Andrea existiera, y cuyos habitantes se conocían entre todos e incluso eran los que resguardaban las historias del barrio. La esquina, con el bar desaparecido, porta actualmente un enorme cartel de un edificio en construcción.
El próximo fue el Guarany, que cerró sus puertas sin previo aviso, dejando una estela de rumores.
Ya se habla de una conspiración inmobiliaria, por un lado, de una confabulación para la desaparición de los pueblos originarios (Tobas y Guaranies), pero la realidad parece que tiene más que ver con la presión para la inversión inmobiliaria de espacios que son muy solicitados para viviendas.
La calle Córdoba a esa altura se perfila como una zona que aglutina servicios de salud, sanatorios, centros médicos, centros de investigación en medicina, además de contar con sedes universitarias salpicadas en los alrededores; ésta es quizás la explicación más aproximada, la falta de viviendas propias para profesionales y estudiantes está configurando el barrio.
La contigüidad del Shopping Abasto y las proximidades de subtes B, D y próximamente el H, hacen de la zona una interesante inversión inmobiliaria.
Aunque los residentes del barrio extrañan sus espacios, la ciudad se abre a nuevas inversiones.
No hace mucho, antes de que aparecieran los carteles sobre los nuevos edificios que se planean, muchos recuerdan el tragicómico caso del edificio de enfrente al ex bar Córdoba donde el 30 de diciembre del 2010 alrededor de a las 18 hs, un residente en un ataque de locura la emprendió a los tiros desde el balcón de uno de los edificios modernos de la cuadra, tan moderno que contaba con sistemas de Domótica; tan bien funcionaban los sistemas de control que no podía la policía entrar para detener el problema.
Tuvieron que desmontar una puerta de un vecino para cruzar entre balcones, desarmando a la persona que tuvo detenido el tráfico hasta las 23 hs de la noche.
Lo que se dice un barrio con historias para contar.