Aunque parecía que todo iba en buena dirección, la realidad, bizarra a veces, indica que habrá durante el 2011, pocas ofertas inmobiliarias, pero por la mucha demanda.
No es necesariamente que la cuota hipotecaria se haya colocado a la altura del bolsillo y de un sueldo medio, sino que hay una interesante inyección de moneda extranjera en el mercado, debido al éxito de las exportaciones agrarias.
Mientras en el mundo, desde la burbuja, las tasas han caído, el crecimiento económico local, hace que las mejores inversiones se encuentren en el mercado inmobiliario.
Entre las opciones del manual del buen inversor, los bienes raíces son la prioridad.
Desde la promesa de la salida de la convertibilidad, momento en que las inversiones inmobiliarias eran posibles, y desde entonces un negocio creciente y sostenido, la tradición de invertir en propiedades no ha cambiado, aunque sí los montos comprometidos.
Aun durante la crisis, los negocios inmobiliarios siempre se destacan por la gran actividad, más allá de la depresión del mercado o de los avatares económicos en nuestro país.
La inflación, que afectó a la rentabilidad de los proyectos de construcción se detuvo durante unos años, fue el momento del auge de los alquileres, la oferta de las hipotecas, que incorporó la masa de la clase media hacia las inversiones inmobiliarias entró en un estado de congelamiento.
Los nuevos desarrollos, se desviaron, desde los grandes edificios hacia los barrios privados, desde la conquista de la altura a la conquista de la vida más aislada, aireada, verde y seguridad privada.
La inseguridad económica, incrementó los riesgos de los nuevos desarrollos, lo que trajo aparejado desconfianza en la inversión inmobiliaria que comenzó a convertirse en un capital de alto riesgo.
Bajo este panorama, la figura del fideicomiso, un formato utilizado por muchos países para paliar crisis parecidas, comenzó a ser tomado en cuenta.
Losnuevos emprendimientos, en diferentes niveles de construcción, barrios, y contemplando diferentes tipos de propietarios, además del usual inversor, se abre a la oferta del mercado inmobiliario.
Los inversores insisten en colocar su dinero en emprendimientos inmobiliarios, y el fideicomiso es un vehículo viable, creíble y es un modelo ya probado en el resto del mundo.
Un aspecto notable es que mientras en nuestro país, el precio del inmueble era completamente distorsionado respecto a las demás capitales del mundo, actualmente se encuentra valuado casi por encima de los valores internacionales.
Las medidas que se le reclaman al gobierno para reactivar el sector de la construcción y sostener un mercado inmobiliario sustentable ha provocado una subida en los precios a nivel internacional, que ha colocado al mercado en una situación de aparente desventaja para el bolsillo común, pero de alto beneficio para el inversionista, ya sea local, como extranjero.
La situación actual, deja las hipotecas en una situación inviables, pero los precios de los inmuebles no caen, y la actividad inversionista tampoco, lo cual se debe, en este momento, al ingreso respecto a las políticas del agro, que provocó inyección de capitales extranjeros que se destinan, como lo es tradicionalmente en Argentina, a la adquisición de bienes inmuebles.
Los permisos de construcción en Buenos Aires, se encuentran a disposición de los inversionistas, la vivienda para el común de la gente, no parece evidente en la agenda política, y hay un llamativo silencio al respecto.
Construir en el año 2003 o 2004, costaba alrededor de 500 dólares el metro cuadrado, y la tierra o terreno, la mitad de ese valor, o menos.
Hoy esos valores se quintuplicaron, y los precios de los inmuebles a veces superan los valores internacionales.
Esto en cuanto las inversiones, pero para los emprendimientos ya realizados, construcciones que comenzaron con un costo menor, la ganancia es muy superior, la rentabilidad es desproporcionada porque en pocos años la situación cambió de una manera que el mercado masivo no pudo acompañar.
La compra de inmuebles disminuyó en cantidad, pero aumentó en montos.
El mercado inmobiliario no parece afectado por la situación, ya que lo que antes conseguía en cantidad, ahora lo consigue en rentabilidad.
En el año electoral, el tratamiento de emprendimientos inmobiliarios, sigue siendo un aspecto secundario, a pesar de las señales preocupantes respecto a la seguridad, como la ocupación ilegal de terrenos o barrios ya construidos, otorgados con anterioridad.
Mientras, para el que tiene un capital que puede darse el lujo de invertir, seguramente el ladrillo sigue siendo su principal destino.