Mientras el mundo ve atónito las peleas entre “emos” y “floguers”, dos de las tribus urbanas que llaman la atención del momento, otra tribu, más subterránea, más discreta, promueve su presencia en oscuros círculos.
Algo así como un sociedad secreta que prefiere las sombras, el ocultismo, que no se muestra en televisión ni le da reportajes a periodistas, ni cuentan con blogs públicos que los expone.
Este grupo social, tiene por norma ser distinto, no se adhiere al comportamiento de masas, según ellos, sino que se mantienen secretos, y se pertenece, por el solo hecho de la degustación musical, buena facha, egotismo y actitud; aunque de esta última no se pueda decir mucho más que la definición de que la actitud es lo que ellos deciden que es.
El soul, el pop art, degustación de lo kitch, iconografía de los años sesenta y las anfetaminas son otras de las condiciones del ser “mods”, se los reconoce por la vestimenta, vestuario o disfraz, según que se hayan vestido a medida, con la ropa de la abuela o hayan sacado las prendas de algún teatro, ropa de muaré, flequillo a lo Carlitos Balá o a la garçon, con ojos pintados con Cohol, todo retro para vivir más aprisa.
Se los ve usualmente sólo porque la noche de Buenos Aires ha salido a la calle por la restricción de horarios de boliches y la inseguridad hace que se note el contraste, se puede ver a los “mods” andar por la ruta de los mendigos y otros transeúntes, con su aire de soul, un poco “tocados”, la vestimenta, los vehículos retro.
Son la continuidad de un movimiento que viene de Europa, por ahora tribu sutil en Argentina, pero que ya se puede percibir.
Yo por las dudas no tiro nada de ropa, estoy seguro que en los años venideros encontraré clientes para vendérselas, no sé tal vez hasta pueda ponerle yo mismo el nombre: los que se quieren mudar de planeta.
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