No es mucho, es lo mínimo, me ha reconfortado que finalmente Luis Abelardo Patti no haya logrado el objetivo de erigirse como diputado.
Con fallo unánime. Aún no le llamaría justicia, ese señor tiene mucho que explicar y la frase “falta de idoneidad del candidato”, no es suficiente.
Ese señor, tan “ejecutivo” y supuestamente efectivo, goza de los “favores” de la lentitud de la justicia, ya que aún no se han resuelto las razones por las que fue desaforado luego de haber sido elegido en el 2005.
Esas elecciones que permiten que gente como Patti participe “democráticamente”, del escenario político me causan estupor, las personas que los eligen, no saben ni lo que es democracia, ni lo que es justicia.
La única razón por la que a ese señor le conviene un cargo es para no ser imputado, ya que el cargo lo protegería, debido a los fueros parlamentarios, de las causas de secuestros y muertes, perpetrados durante la última dictadura que aún están en danza.
Que buena experiencia se le deja a los jóvenes: pueden cometer cualquier delito, hasta el peor, que si tiene apoyo y se presentan a un cargo público quedará impunes.
Luego hay extraños apoyos, como la del juez platense con competencia electoral, Manuel Blanco que ha avalado la candidatura de Patti.
Mientras tanto, Patti, preso en el penal de Marcos Paz, destinado a represores, lo cual implica muchos “arreglos” respecto a estado tan confortable que le permite el lujo de “negociar”, una candidatura desde ese lugar. Es decir, como en su casa, pero con gente a su disposición, además.
Nosotros, los ciudadanos, pagamos la cárcel de ese señor, con todos los gastos que ello implique.
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