Al hablar de SISTEMA FAMILIAR no hacemos referencia solamente al individuo en su subjetividad, es decir, sistema familiar alude al mismo individuo y sus interacciones y relaciones con los demás. Es decir, entiende que el comportamiento de un individuo no se da aisladamente, sino que tiene sentido dentro de un contexto en el que siempre hay «otros» implicados. Por ello, se puede certificar que su comportamiento está «conectado» de manera dinámica a los comportamientos de las personas con las que se relaciona -en su casa, en su trabajo, en su comunidad, en su sociedad, con el grupo de amigos, etc.-.
El contexto más significativo de las personas es la Famila. Desde el modelo sistémico -del que más adelante hablaremos- ésta es entendida como un sistema en el que un grupo de personas interaccionan entre sí, y donde las relaciones entre sus miembros están afectadas y constituidas por una serie de reglas, criterios y normas. Mediante estos indicadores de relación, el sistema familiar se configura como una «totalidad». ¿Qué queremos decir con la palabra totalidad?, simplemente que las reglas dotan al sistema familiar de una identidad propia, fundamental para garantizar su estabilidad y equilibrio interno sin el cual la familia correría el riesgo de disgregarse e incluso disolverse.
Los Educadores Familiares, tenemos que trabajar con el conjunto de la familia, siendo su objetivo el cambio en el sistema familiar, bien en los aspectos estructurales y/ o en la transformación de los procesos interaccionales en disfunción.
1. CONCEPTO, ORÍGENES Y SITUACIÓN ACTUAL DE LA FAMILIA
Son muchos los aspectos que podemos abordar dentro de lo que es el tema de la familia:
1.1. Concepto y aspectos a considerar de la familia:
Como definición de familia: «conjunto de personas ligadas por lazos de parentesco determinados en virtud de alguna relación consanguínea real o putativa» (Berenstein).
Las relaciones de las personas dentro de un nexo se caracterizan por la influencia recíproca, directa, intensa y duradera sobre la experiencia y la conducta de los unos sobre los otros. El sistema familiar tiene como mínimo tres órdenes de relación, que cabe citar:
- Relación de consanguinidad (hermano-hermana).
- Relación de alianza (marido-mujer).
- Relación de filiación (padre/madre-hijo).
Son de gran importancia estas relaciones familiares mínimas porque en el transcurso de la existencia del individuo, se entrelazan progresivamente la diversidad de relaciones que contribuyen a formar a la persona adulta madura. Desde que el niño crece en la familia estructurada como un sistema abierto, que posibilita el intercambio con el mundo externo e incrementa el ingreso de información.
La persona, como integrante de una familia, es partícipe de su desarrollo a través del ciclo vital. Hay situaciones puntuales que estructuran el ciclo de la vida constituyéndose en un contexto determinante para los miembros del sistema familiar.
La familia no es estática; por ejemplo, al producirse el episodio de la enfermedad, se experimentan momentos de inseguridad emocional y como el enfermo es un integrante del sistema familiar propio, se produce una transformación de todo el sistema, que lleva a adquirir nuevas pautas de organización. Los otros miembros, en forma inevitable, al ser partícipes de toda la dinámica familiar, responden de alguna manera, mostrando respuestas positivas o negativas. Frente a la dependencia que se comienza a experimentar tras la afección producida se ve que todo el grupo familiar no está exento de esta situación y necesita reestructurarse, donde la figura del Educador Familiar es clave.
Según Minuchin y Firchman, el sistema familiar tiende al mismo tiempo a la conservación y a la evolución. Las exigencias del cambio activan los mecanismos que contrarrestan la atipicidad, pero el sistema evoluciona hacia una complejidad creciente. Aunque la familia sólo ondula y fluctúa dentro de ciertos límites, posee una capacidad asombrosa para adaptarse y cambiar, manteniendo sin embargo su continuidad.
1.2. Orígenes de la familia
No cabe duda de la antigüedad de la institución familiar. Ya el Génesis nos habla de los primeros padres Adán, Eva y sus hijos, Caín y Abel, entre otros, sin duda. Es la primera familia de la humanidad conocida documentalmente. Con el tiempo, indudablemente, esta primera familia nuclear debió evolucionar en su forma y funciones, condicionada por las circunstancias de sociedades cazadoras y agrícolas, por la aparición de nuevas etnias, por el factor sociocultural, en definitiva, y por el alejamiento de aquella primera institución, cuya memoria perduraría en unos y se perdería en otros.
Refiriéndonos a la Roma clásica, podemos decir que la familia era un cuerpo social, la llamada familia agnaticia, un grupo de personas y cosas, representadas por el pater familias. Con el tiempo el concepto evolucionó hasta convertirse en la familia doméstica, unida por vínculos de consaguinidad, que daba paso a la familia cognaticia. Era, en sentido jurídico, una unión de personas por vínculos matrimoniales o de parentesco; personas que vivían bajo el mismo techo o un grupo constituido por el padre, la madre y los hijos.
La familia, por otra parte, ha sido definida de distintas maneras porque así es su variedad y multiplicidad, conceptos que podemos ampliar en el punto que estudiaremos más adelante y que corresponde a las nociones principales de familia.
Sin duda, antiguamente la familia era una institución formal de la sociedad, y hasta podríamos hablar de una familia sin amor o con poco amor. A partir del s. XVIII los adultos modifican su concepción de la infancia y le prestan una atención nueva, pero la familia que se caracteriza por la ternura y la intimidad que une a los padres con los hijos no comienza, según P. Ariés, sino hasta mediados del s.XVIII; concretamente dice este autor, hacia la década de 1760-70, que es cuando la condición del niño como «rey de la familia» se torna centro de atención y de cariño de los mayores , afianzándose en las clases ascendentes de la burguesía. Es Rousseau quien, al publicar el Emilio en 1762, cristaliza las nuevas ideas y, con ello, imprime un nuevo impulso en la familia moderna.
Son muchos los estudios realizados y bibliografía existente sobre los orígenes de la familia, para profundizar sobre este tema y analizar y comparar aspectos que nos puedan ser de interés a nivel personal.
1.2.1. Nociones de Familia
Aunque ya hemos examinado algunos de los aspectos clave de la familia como sistema, a continuación exponemos otras clarividencias y percepciones que pueden ser de gran interés, aunque sean apreciaciones demasiado teóricas y cuantitativas, ya que están basadas en datos reales.
Para analizar este apartado se ha tenido en cuenta una fuente de gran relevancia, como es el Censo. Está considerada como una de las fuentes sociodemográficas más completas que existe, dada su cobertura y la variedad de información que llega a recopilar periódicamente. Aunque el principal objetivo del Censo sea realizar un recuento de la población para así obtener conocimiento sobre la estructura de la población, la cantidad y variedad de preguntas que se incluyen en el cuestionario, posibilitan acceder además de a información sobre aspectos intrínsecos de las personas (edad, sexo), a otras cuestiones más generales como son: información acerca de la composición familiar sobre cuya cuestión, se pueden advertir, cambios significativos en la definición del término “familia”.
Remontándonos a 1960, todavía no se recoge información referente a los tipos de núcleos y las formas familiares en la que se distribuye la población. Es en 1970 cuando se comienza a recoger información sobre las familias y los núcleos familiares, aunque no se ofrecen datos desagregados por edad y sexo de los componentes de dichas familias.
En 1970 por ejemplo, la familia es definida como «…el grupo de personas, vinculadas generalmente por parentesco que hacen vida en común, ocupando normalmente la totalidad de una vivienda… incluidos, en principio, los huéspedes no familiares a los que se cede el uso de una o más habitaciones de la vivienda, así como otras facilidades (teléfono, baño, etc.), y a los que generalmente se presta servicios tales como arreglo y limpieza de la habitación, lavado de ropa, alimentación…» (3). Esta concepción de familia también incluye a las personas que viven solas, denominadas familias unipersonales (4) .
La definición que ofrece el Censo en 1981(5) básicamente no difiere de la anterior, aunque se precisa la situación del servicio y de los huéspedes: en 1970 a los huéspedes no familiares se les cede el uso de una o más habitación, equipamiento de la misma y se les presta servicios tales como el de la lavado de ropa o limpieza de la habitación. La condición de los huéspedes o personal de servicio para formar parte estadísticamente de la familia en 1981 es que pernocten en la vivienda. Pero el cambio más significativo se produce en el censo de 1991 y en su concepción de familia. Por un lado, la familia se define como «…el grupo de personas (dos o más) que residiendo en la misma vivienda familiar, comparten algunos gastos en común (que difiere de la vida en común de los anteriores censos) y están vinculadas por lazos de parentesco…(no sólo generalmente vinculados por lazos de parentesco)» (6).
Otra de las disparidades la encontramos en la forma de considerar a las personas que viven solas. Mientras que hasta 1981 se las consideraba igualmente familias (sin núcleo), en 1991, con la incorporación de un nuevo concepto, el de hogar, las antiguas familias unipersonales dejan de concebirse como tales, y pasan a constituir hogares unipersonales, ya que en 1991, se subraya, para poder formar una familia, el cumplimiento del requisito de constituir un grupo de personas (dos o más). Por otro lado, el “hogar” se define como «…el conjunto de personas que residiendo en la misma vivienda comparten gastos comunes ocasionados por el uso de la vivienda y/o gastos de alimentación».
Las principales desigualdades que encontramos en estos dos términos son:
Además de las definiciones que hemos ido recogiendo por el Instituto Nacional de Estadística, el Eustat, que comenzó a publicar y difundir estos datos a partir de 1981, también proporciona información censal, que en algunos casos presenta diferencias con las que publica el INE. Es el caso de las definiciones de “familia” y “hogar” de 1991.
En la definición de familia de 1991 y 1996 el Eustat mantiene que la familia está «… vinculada generalmente por lazos de parentesco… hacen vida en común…», incluyen en esta definición a «…las personas que viven solas, como familias unipersonales» y también, en el padrón de 1996 a «…las familias residentes en establecimientos colectivos… las personas del servicio doméstico que pernoctan en la vivienda y los huéspedes en régimen familiar».
Por tanto, la concepción de familia de este Instituto es bastante más amplia que la que presenta el INE a partir de 1991. Por otro lado, también introducen el concepto de «hogar», como «el total de personas que ocupan o residen en una vivienda principal, independientemente del parentesco entre ellos…».
El Eustat no hace ningún tipo de mención sobre los gastos a compartir y considera que «… en un hogar puede haber dos familias o más cuando haya dos o más grupos familiares sin relaciones de parentesco entre ello».
Resulta conveniente por lo tanto, tener en cuenta las desigualdades existentes en torno a los conceptos de “familia” y de “hogar”, en función de la fecha en el que se ha llevado a cabo la recogida de datos y la institución que los presenta e intentar, de este modo, adaptar y homogeneizar dichos conceptos en los casos en los que se pretendan realizar trabajos comparativos, por ello proponemos que como Educador Familiar, reflexiones sobre los diferentes conceptos y definiciones de familia y hogar, analizando las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas para una óptima evolución de la familia, y de este modo, te proponemos que elabores tu propia definición de familia.
1.3. Situación actual de la familia
La familia española actual no es ajena a la evolución experimentada en muchos órdenes en el mundo occidental. La rapidez de los cambios de las últimas décadas, la tasa de divorcio, que se ha duplicado, la de nupcialidad que ha caído, aunque ahora viene recuperándose, la de natalidad, que llegó también a mínimos sorprendentes (aunque en ligero incremento en los últimos tiempos), la incorporación de la mujer al mundo del trabajo con la consiguiente repercusión en la vida familiar, etc.
Pese a los datos que podemos analizar a continuación, parece que actualmente hay una evolución hacia actitudes más tradicionales con un significativo incremento de bodas y nacimientos y una disminución de divorcios.
Prácticamente la mitad de la población española es soltera, pero solamente entre un 10 y un 12 % permanece en este estado civil a partir de los 30 años. Entre los 30 y los 65 años la mayor parte de la población está casada. Podríamos decir, en rasgos generales, que a partir de los 30 años casi el 90 % ha formado su propia familia.
De la familia tradicional española, la extensa (formada por varias generaciones) ha derivado hacia el tipo nuclear reducido, constituido por padres e hijos. Así, pues, su tamaño es diferente al de antaño debido a varias causas, entre las que destacaríamos la disminución de la tasa de fecundidad, la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa, la vivienda y, en general, los nuevos cambios acaecidos en razón de la tecnología y las nuevas formas de vivir.
Por otra parte, también se dan variaciones importantes dentro de la propia España en sus distintas regiones o comunidades, entre zonas urbanas y rurales, debidas probablemente, a las diferencias en las pautas de fecundidad.
Es cierto que muchas de las costumbres introducidas a partir de la guerra civil española hasta ahora han hecho variar algunas condiciones, tales como la edad en que se accede al matrimonio (actualmente las mujeres entran a los 24,5 años de edad mientras que los hombres lo hacen a los 26,4 años). Igualmente, la duración del intervalo fecundo se ha acortado de una manera significativa. A principios de siglo las mujeres invertían 12,7 años en tener sus 4,71 hijos, en tanto que ahora el tiempo se ha reducido a 7,5 años para tener 2,5 hijos.
Todo ello significa que la familia española está sufriendo los cambios generales que se producen en el mundo europeo, especialmente, aunque con diferencias específicas propias de nuestra idiosincrasia y con otras diferencias menos sensibles en las diversas regiones o comunidades.
1.3.1. Aspectos generales
Antes de comenzar con el desarrollo del apartado que nos ocupa, hemos considerado de relevancia reflexionar sobre algunas preguntas de interés, que ya analizó con detenimiento Jutta Burggraf (7) en una entrevista perpetrada por Francisca R. Quiroga.
Nos comprometemos a tener en cuenta las múltiples fuentes que analizan esta cuestión bien a través de encuestas, entrevistas o sondeos, y que posteriormente es fácil que leamos bien en la prensa, en libros, o los escuchemos con detenimiento en los medios de comunicación. Uno de los asuntos principales en relación a esta temática es que se habla, se comenta, que la familia está en crisis, y es cierto que pensamos si ...
a) ¿Es una figura social en extinción?: No se puede negar que son muchos los pronósticos desfavorables que indican hoy en día que la familia sigue siendo apreciada y valorada, porque satisface necesidades tan elementales en el hombre como el anhelo y el empeño de sentirse protegido y de tener confianza, por lo que su existencia no puede ser puesta en duda porque está íntimamente ligada a la felicidad del hombre, su seguridad y su bienestar, tanto a nivel personal como social.
Pero también es cierto y se escucha cotidianamente, que ...
b) ¿Hoy en día nos parece más difícil sacar adelante una familia que en otras épocas? (hablamos en términos generales): Es verdad que actualmente se dan circunstancias que generan problemas que no se presentaban antes. Pero esto no quiere decir que antes no hubiera dificultades: había otra situación con otros problemas, quizá menos manifiestos. En siglos pasados, muchas veces eran los padres quienes elegían a quienes habían de casarse con sus hijos, y lo hacían según aspectos objetivos: la clase social, la situación económica, la religión, etc. La comunidad matrimonial era considerada como una gran empresa. Todos, varones y mujeres, solían trabajar juntos en la granja, en el taller, en la tienda. Y educaban juntos a los niños, que crecían bajo los cuidados de muchos parientes. Esto actualmente ha cambiado de manera muy trascendental y de ello no podemos tener dudas.
Ya partir de la industrialización, se produjo un profundo cambio en la vida familiar. El hombre se fue retirando de las obligaciones familiares a favor de actividades lucrativas fuera de casa, donde la mujer quedó sola con los hijos. Poco a poco también ella se fue integrando a la vida profesional, ganando dinero y haciéndose cada vez más autónoma. De ahí resultan nuevas cargas para el matrimonio, que actualmente están afectando de una manera u otra no sólo al concepto de familia, sino más abismalmente a la forma de vida de padres e hijos, a la educación que estos reciben, a la forma de ver las cosas e interpretar las ideas, a las formas de ser, etc.
c) en relación a la autonomía con la que gozan hoy en día las mujeres, ¿debemos de considerarla como una de las causas de los actuales problemas de la familia?:
No podemos afirmar que la independencia de la mujer sea el problema de hoy. Al contrario, es una suerte que exista, porque sólo quien es interiormente libre e independiente puede amar y entregarse verdaderamente a los demás, y no sólo sentirse a gusto consigo mismo, sino hacer sentir bien a los demás.
Son muchos los factores que pueden incidir en el hecho de que hoy en día sea algo más difícil la situación y la vida familiar, pero lo que no podemos hacer es etiquetar a la autonomía de las mujeres como el representante clave. Está claro que dos personas se casan hoy, en general, por simpatía y amor; es decir, en muchas ocasiones prevalecen más los motivos subjetivos que los objetivos. El amor es la razón aceptable para contraer matrimonio, pero si faltan casi todos los factores o aspectos objetivos, la felicidad matrimonial y la vida en familia puede llegar a ser complicada y hacerse sumamente difícil.
No sólo es la autonomía de las mujeres el aspecto al que se suele hacer referencia cuando hablamos de dicha crisis, sino que hay otros factores, que se suelen mencionar, como bien indica la Teóloga y Pedagoga Jutta Burggraf.
d) ¿Qué decir del factor de la comunicación?: Hoy en día es frecuente que los esposos tengan distintos campos de acción, ya sea en la familia, ya sea en una profesión fuera del hogar. No se ven durante muchas horas al día. Pero sí tienen contacto con muchas otras personas, hombres y mujeres; y con ellos comparten sus intereses e ilusiones profesionales. Cuando vuelven cansados a casa, ya no tienen fuerzas para dialogar o hacer planes. Así puede pasar que crezca una distancia cada vez más grande entre los esposos.
Además, actualmente el matrimonio es mucho más largo que en otros tiempos. Antiguamente las mujeres morían con frecuencia después de haber dado a luz muchos hijos. Hoy los ven crecer, y ven cuando ellos marchan de casa.
e) ¿Se puede hablar del matrimonio como modelo de convivencia ya superado?: Es cierto que cada vez más podemos oír esta expresión. El matrimonio no es anacrónico, pero esto no quiere decir que haya de vivirse de un modo que podemos llamar «burgués» o acomodado, con estrechez de miras, con mentira y falsedad, mirando más bien al aspecto externo que al amor verdadero entre las personas que lo componen. Hoy en día existen muchas parejas que viven su matrimonio de una manera atractiva; que ponen de manifiesto que la fidelidad es posible, y que es garantía de felicidad para ellos mismos y para toda la familia, en la juventud, en la madurez y en la ancianidad.
Un matrimonio verdaderamente feliz descubre continuamente nuevos horizontes; está abierto a otras personas, también a una futura descendencia. Tiene el valor de transmitir la vida, de conservarla, de amarla y de velar por su desarrollo.
Y por último lugar, pensemos en ...
f) ¿Qué función ocupa el hogar en la sociedad actual?: Hoy en día, en que la mayoría de las personas realizan su trabajo en fábricas, empresas, administraciones, oficinas y tiendas, necesitan un hogar que les espere a la vuelta. La labor más importante, y a la vez la más difícil, de un ama de casa consiste en crear ese ambiente de hogar. Para la serenidad de una familia es importante que alguien tenga tiempo, que no esté siempre agobiado y con cosas más importantes en la cabeza que el simple saber escuchar, tranquilizar, consolar o animar; hay que deshacer tensiones, amortiguar las desilusiones, compartir uno con otro los éxitos y discutir los problemas.
Dentro de esta cuestión podemos recapacitar sobre el trabajo del ama de casa ¿se puede hablar de un trabajo monótono?. La profesión de ama de casa (porque así puede ser considerada cuando se desarrolla con competencia) no es necesariamente una ocupación monótona y aburrida. Tiene sus ventajas. Una muy agradable es que ella se puede organizar el horario y el trabajo a su manera. Toda mujer puede decidir en su casa lo que va a hacer en cada momento -aunque no siempre, sí al menos en proporción mucho mayor que en las demás profesiones. Esto confiere libertad y autonomía.
Si el trabajo del hogar se identifica con limpiezas pesadas, con fregotear suelos o ir de cabeza por cada motita de polvo que se descubre, es lógico que se le atribuya una insinuación y connotación negativa. Ciertamente el aburrimiento, la rutina y las manías acechan el trabajo del ama de casa, pero en cualquier profesión existen trabajos repetitivos. El presidente de una compañía, por ejemplo, tiene que estampar su firma cientos de veces al día; seguramente no lo envidiamos por esa tarea, pero no dejamos de pensar que su ocupación es valiosa y apetecible.
La tarea de compaginar el trabajo fuera de casa con las exigencias de la familia compete tanto a los hombres como a las mujeres. A todas las personas se les debe dar la posibilidad de hacer libremente lo que creen que es bueno, sin tener que estar siempre suscitando nuevas polémicas.
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