Hay una anécdota dando vueltas por allí, que considero apócrifa (no encontré referencias bibliográficas de ella, claro que tampoco me leí todas las biografías que existen sobre ambos, sólo me parece improbable), que dice en un encuentro entre Chaplín y Einstein éste le dijo: lo que me gusta de su arte es que es perfectamente comprensible para todos y por ello admirado por todos. A lo que Chaplin contestó: lo suyo es más digno de respeto, es usted admirado por todos y lo que hace es comprensible para casi nadie.
En términos de logros implica varias cosas, para comenzar que Chaplin fue no sólo un hombre lúcido que supo comprender y desplegar una sensibilidad especial respecto a los cambios sociales que le tocó vivir, sino que conociera la obra de Einstein y se hubieran cruzado en algún momento.
Pero el paralelo entre estos dos grandes hombres es asombroso.
La anécdota, cabe señalar, implica una realidad: parece indicar que es mucho más fácil lograr admiración por algo como el humor, que por logros científicos.
También la cuestión inversa, que Einstein se hubiera interesado en la obra de Chaplin es una suposición más arriesgada.
Chaplin nace en Londres en 1889 y muere en 1977 en Suiza, el personaje que lo catapultó a la fama, Charlot, nace en 1914, aunque antes, ya de niño, trabajaba como cloun en diversos espectáculos de music hall. Los premios más importantes fueron el Nobel de la Paz en 1948, y el Oscar honorífico en 1928 y 1972, pocos, considerando su magnífica obra, pero probablemente el fantasma del comunismo, al que adhería lo mantuvo fuera del circuito de más premios.
Einstein nace en Alemania, 1879 y muere en Estados Unidos en 1955, se nacionaliza como ciudadano Suizo, probablemente debido a la guerra, para obtener visado de salida de un país que estaba comenzando a sufrir las consecuencias del nazismo. Su obra más conocida, Teoría de la Relatividad especial, en 1905, se publicó junto a otros trabajos tanto de física cuántica como estadística.
Ambos estaban comprometidos con la época, mientras Einstein ayudaba con armas bélicas, Chaplin desde el cine, criticaba al nazismo y en realidad a toda forma de explotación, lo que lo señalaba como un comunista en una época en la que no se separaba del concepto socialista puro.
Ambos se hicieron inmortales por contribuir, cada uno a su modo, en la concientización de la humanidad, respecto a las atrocidades nazi.
Einstein decía que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para toda la eternidad.
Chaplin decía Nunca te olvides de sonreír, porque el día en que no sonrías será un día perdido.
Mientras que uno parecía mirar el espejo del futuro, el otro vivía en su presente continuo, instaba a la humanidad a no dejar pasar los momentos, a vivir el intante.
Con dos políticas tan distantes en cuanto a visión de la vida, ambos dejaron su aporte a la humanidad.
No existe la historia del humor sin Chaplin, como no existe la historia de la física sin Einstein.
Si estos dos personajes se encontraron alguna vez, habría que ver qué se dijeron, pero a los mitos les gusta sembrarse a sí mismos, acompañando los momentos con frases que figurarán en algún artículo con la intención de dejar a la humanidad más que enseñanzas, escarmientos.
Para la eternidad, queda, saber qué cosa de la obra de ambos sobrevivirá.