El periodista francés Denis Robert, tiene la revolución en el alma, y docenas de procesos judiciales que lo confirman.
Su caso más conocido es el llamado Clearstream, que involucró a la clase política francesa por blanqueo de capital en Luxemburgo y evasión de impuestos.
De sus denuncias, mayormente suele flotar y salir golpeado, pero indemne.
El maltrato a que lo somete el gobierno francés, lejos de calmarlo, le incentiva la imaginación, y ahora le da palazos a los gobernantes usando lo que podría llamarse una nueva forma de periodismo, el comic-gate, una novela gráfica llamada el “El negocio de los negocios”.
Incisivo y explícito, el candente material se está haciendo notar.
El caso se ventila en formato gráfico, por las redes, y hasta el ministro Sarkozy en algunos comentarios realizados a la prensa, dio señales de ser lector de la tira.
El caso, implicó al presidente francés, en el 2004, si mal no recuerdo, estaba implicado el ministro de Exteriores.
Ya se sabe, no hace falta aclararlo que cuando un caso real pasa a la literatura, hay licencias de lenguajes, personajes y escenas, pero los franceses están fascinados porque representa en su esencia la realidad que vivieron, y los que no conocían en profundidad el asunto, ahora ya tienen una idea bastante aproximada.
Será una nueva forma de periodismo, digo yo.
Es de interés adicional que el periodista revela la mecánica de la investigación, las entrevistas, las fuentes, los viajes, el rastro del dinero sucio, todos elementos de la mejor novela policial de todos los tiempos: la realidad.
Ya recibe amenazas del banco, según dice el autor. Habrá que creerle, no les hace ningún bien a la imagen del Clearstream, esta extraña contra-publicidad.
Las editoriales, como locas, se disputan la publicación de cada tomo, y ya van tres.
En las viñetas aparecen todo tipo de “lineamientos” (¿argumentales o reales?), el caso Joe Sacco, en Palestina, el caso 11 de septiembre, el Holocausto, y otros tantos.
Condimentos urticantes si los hay.
Felicitaciones para éste valiente, al menos de mi parte.
Le deseo suerte en la “cruzada”, y que salga indemne de ella, como de tantas otras.
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