Que el calor destapa las pieles y con ello despierta el erotismo, dicen la mayoría. El asunto es un poco más profundo, no complejo, sólo profundo.
Científicamente hablando, estamos diseñados para perpetuar la especie, lo que nos diferencia del resto de los animales, no es ese hecho, sino justo lo contrario, que aunque estamos diseñado para ello, nos sobreponemos a este hecho filogenético y aprovechamos el placer, lo buscamos.
Tenemos especificidades de nuestro origen animal, ubicado en el cerebro, tenemos el dispositivo que influencia nuestros deseos, representados por su factor más poderoso, las hormonas.
Con la secreción de hormonas, bajo el mando del hipotálamo, los efectos del calor y la luz las hormonas se vuelven más activas que nunca, ello, claro estimula la intención de mostrarnos, la desnudez, la imantación de los ojos hacia los cuerpos, son procesos ante los que sucumbe la razón, para volvernos más animales que nunca, necesitamos conquistar, prevalecer, exhibirnos.
Esto es lo que sabemos sobre nosotros biológicamente, pero por qué, por qué el organismo está diseñado de este modo, y lo más enigmático, por qué nosotros, los seres humanos, podemos interponer nuestro raciocinio ante un mecanismo tan perfectamente configurado para perpetuar la especie.
Sospecho que como criaturas del planeta, venimos diseñados para que él nos provea lo necesario para la vida, y si se tratase de ellos solamente, el alimento es la primera necesidad.
El alimento es abundante en el verano, y se requieren menos energías para permanecer vital, muchos menos que en el invierno, en donde sólo para calentarnos necesitamos energía extra, alimento extra y sobre todo especial.
Lo que plantea muchas preguntas más, como por ejemplo, por qué nuestro cuerpo no está diseñado para el exceso, por qué engordamos tan fácilmente, como si nuestra constitución, en realidad, no estuviera diseñada para los excesos que nuestra inteligencia nos permite.
En los animales, en la mayoría, se da una leve diferencia, también, la época del apareamiento no es la del momento en que se pueden dar el lujo de desperdiciar energía, sino en el momento tal que luego del apareamiento asegure que la nueva generación aparezca en el momento del alimento abundante.
Nuestro hipotálamo parece estar programado de manera diferente, es la temperatura la que parece condicionar, y su reacción no es perpetuación de la especie, sino del despertar sexual.
A la vez, y en combinación con la pituitaria, el olor se vuelve importante, el calor, que hace transpirar a los cuerpos, favorece la emanación de los olores con que se descubren y atraen las parejas, o las futuras parejas, aunque sólo sea para el encuentro sexual.
Entonces, por qué es tan fuerte el sentido de cuidarnos con la prole, por qué en la especie humana se desprende el placer sexual del encuentro para prolongar la prole, en dónde y por qué se produce ese sinsentido.
Son, creo, algunas de las muchas cuestiones que habría que responder respecto a nosotros, los seres humanos.
Somos tan inadecuados en el mundo animal que cuesta creer que compartimos naturaleza.
Yo creo que no sabemos quiénes somos, o sí, somos una aberración y como tal vamos a destruir la naturaleza que nos creó.
Ya hay señales.
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