Hace días que está desparramándose la “buena noticia” que Google abrió su corazón, digo el código API (Dios, qué palabra), para “ayudar”, a desarrollar y personalizar “su” herramienta de estadísticas de sitios.
Hay que destacar que todos informan este hecho sin usar el pronombre “su”, sino “esa” tratando de despersonalizar el uso con algún indicio de que dicha herramienta se perfecciona para Google, y trasladando la idea de que con ello el usuario es ayudado por Google, en vez de al revés.
Esto de que “permite” a los desarrolladores que amplíen en forma creativa una herramienta que es sin duda un fracaso, al decir por la experiencia de los usuarios que dejaron de usarla por no conducir a nada, y disfrazarlo de generosidad para el uso popular, es una de las técnicas que más años tiene y la de mayor éxito, es una deformación de un viejo adagio que mi abuela solía recitar: alábalo al tonto y lo verás trabajar.
Frente a palabras como “plataforma estandarizada”, “tableros de instrumentos”, “Gadget”, hay una ineludible convocatoria a trabajar gratis para una herramienta que ya disponen muchas otras empresas bien desarrolladas, bien realizadas, concretadas y en funcionamiento, y tan efectivas que le habrá hecho desear capturar ese mercado a Google que con esta maniobra intenta hacer trabajar a mucha gente sin necesidad de pagar creativos, ideas e incluso trabajo.
Yo no sé de las motivaciones que un programador pueda sentir para participar de algo como esto, evidentemente tan bien envuelto como regalo que resulta sospechoso, pero una cosa sí sé: huele mal.
Ya me cae mal que intente copar el mercado de browser, intentando desplazar los browser, explorador de Windows, Motzilla o navegadores de otras empresas, bajo la fantasía de que “estar con el poder” es siempre beneficioso, que ya aparece con esta novedad que hasta me resulta irritante por lo aprovechada.
Lo peor es que hay un montón de programadores empujándose para “beneficiarse” de esta “generosidad”.
Yo debo estar viviendo en un mundo del otro lado del espejo.
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