Estaba en la calle Corrientes, por razones extrañas, ahí, entre Callao y Rivadavia y calles aledañas, paralelas, perpendiculares, verticales, horizontales, y nada, no hay Wi Fi.
En eso encuentro un Edén, el espacio en donde existe el nirvana; un restaurante italiano con un olor que viene directamente de las Europas, olor a fettuccini con salsa para mafiosos, que dice Wi Fi en puertas y ventanas.
Entro así, al paraíso, a Ítaca, a Shangrila: buena comida, con Internet de música de fondo.
Miro bien, y noto que no hay onda de virtualidad, olores reales, mozos reales, servilletas, manteles blancos en las mesas, copas con flores llenas de pistilos que te miran y te escupen ese polvo que vaya una a saber qué le provocan a las computadoras. No me daban la imagen del Shangrila natural, vaporoso y wifiano. Pregunto desconfiada, al mozo:
_ ¿Hay wi fi?
El mozo me mira con cara de bobo, rascándose la cabeza, me dice:
_ ¿Lo qué?
_ Wi fi_ insisto.
_ Usté qué bujca _ me dice _ ejto é u restoran...
Me lo dice con cara de: está desubicada de planeta.
_ Sí, ya sé_ le digo _, quiero comer, pero en un lugar que haya wi fi.
El tipo abre el menú y me dice:
_ ¿Por qué no me señala acá loj que me pregunta?
Ahora lo miro yo como si fuera un desubicado de planeta.
_ Me refiero a conexión a Internet.
_ Pero ejto ej un restaurante, acá se come.
_ ¿Y entonces para qué ponen el cartel que dice que tienen wi fi?
_ ¿Qué cartel? _ y sale a mirar la pizarra que anuncia las comidas del día.
Yo, ya impaciente muestro el sticker de la puerta que dice: wi fi, y el de las ventanas, y él que dice:
_ Eso no sé lo que ej.
_ ¿Y para qué lo ponen?
_ No sej, no lo puse yo.
El restaurante: “Prosciuto”, con uno de esos ambientes que una ama, antiguos, acogedores, pero desterrado del planeta Internet.
No sé, para mi esa zona es como la Siberia, no hay nada de nada, no se qué hace la gente que vive por ahí, por qué hay tantos restaurantes si es un páramo Interneteano.
Me mudé a la calle Córdoba, me sentí como cuando Colon dejó las Américas y pisó suelo italiano con un montón de anécdotas sobre los salvajes del continente nuevo.
Te veo, por la calle con tu valijita llena de Net-es y tu cara desesperada, como buscando toillette, y me has hecho reir mucho, gracias. Ahora, que desubicado el gallego en un ristorantino no?
jeje, tanto como valija no, tanto como llena, tampoco...lo que sí...buscando wi fi...
Creo que era un tipo del siglo pasado, hay personas a las que el mundo no las toca con infomación, permanecen así, incontaminados de actualidad, hay muchos no te creas, y jóvenes también, lo he notado sobre todo en el ambiente literario, una cantidad impresionante de gente no sabe lo que es un blog, y piensa en su mayoría que es una superficialidad, o en todo caso algo descartable, y en el mejor: pueden seguir sus vidas sin saberlo. En fin, viven en planetas paralelos.
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