EL ARTE DE ESCRIBIR
Para escribir hay que aprender a ver, pensar y hablar, con la costumbre en los ojos de mirar con calma y dejar que las cosas se acerquen. No responder a la inmediatez del estímulo. Lo vulgar radica en la incapacidad de oponer resistencia a la tentación. Aprender a pensar, sutil estremecimiento de los pies ligeros, hasta los músculos, e imaginarse la música, danza, baile en todas sus formas. Con las ideas, con las palabras y saber bailar también con la pluma.
Para aprender a escribir, hay que observar, tener vivencias y pasarlas al tamiz que exprime lo vivido, lo que llega a la conciencia llevando a lo universal, la conclusión, y el resultado a partir de lo individual y del conjunto de borrones para ver lo que es, y para saber quien se es, en la acción contemplativa, la embriaguez excitada con la magia, todo el grandioso deseo de la fiesta, que principia con el arte de escribir.
Victoria del movimiento, espejo encantado de la voluntad que mira alrededor para que otros se miren y divisen en los rasgos, el poder de las formas que alcanzan el hechizo del arte. Perfección Dionisíaca del hombre disfrutando de sí mismo.
Actor, bailarín, músico, poeta y arquitecto del espacio dominado a voluntad en la faz de la página.
Poder transformar las cosas en algo perfecto, es arte sucesor de uno mismo. Puente que se despierta con la sed de ir más lejos. Orgullo de la fuerza de gravedad, instinto de expansión que mira en el espejo de la apariencia. Lo exuberante de la vida. Para eso cultiven el DON, si lo poseen. Pero cuidado con la vanidad o el masturbarse en el “me leeré”, “me extaciaré” y diré ¿Cómo es posible que haya sido tan ingenioso?
Tener el DON no es poseer un ojo con el óleo de la indulgencia, debemos ser severos, valientes, sinceros con nosotros mismos. Ponernos a cargo de los errores, ser responsables de ellos.
El DON crece y se desarrolla donde se cultiva el campo nutrido y cuidado día a día para que no desaparezca. El DON por sí solo no obtendrá una cosecha de calidad calificada.
No estar esperando con la mente en blanco la chispa inicial de inspiración. Todo es trabajo constante, para que el espíritu libre sea posesionado por la inspiración, conocedora de todos los recovecos, donde se oculta el último abrigo de la voz, se debe en sintonía con el vigor del alma y atenta voluntad al acecho, apuntar contra las agujas del reloj, conceptos relevantes de una nueva realidad, pronta a aguzar el oído, con precisión, de un láser virtual, en plenitud fuera de sí. Felicidad que descubre un color necesario de ritmo y forma, nunca imaginado en la amplitud del mundo.
Absoluto poder de la divinidad en el origen de la imagen, hermanada con la metáfora. Símbolo alado en conjunción con las cosas de naturalezas disímiles. Tenemos del verbo en términos de comparación, que al devenir escogen a alguien sensible y alerta para dialogar con el todo.
Hablando como poeta, se escribe con versos de rima y métrica o verso libre. El tradicional, como el soneto y la copla, favorece la síntesis y el ritmo, pero el canto musical le altera algo la voz del autor y tal vez limite la expresión del tema.
El verso libre se complica justamente por sus reglas más amplias, libradas al criterio, sin impostar la voz del poeta.
Tanto para el verso duro, como para el libre, lo más difícil es lograr un borrador. Un buen borrador es aquel que entusiasma, factible de ser corregido, hasta que cobre vida y fijar, ¿Cuál es el tema?
Para eso cuídense de los calificativos pongan sólo los que realcen el objetivo del poema, los justos y necesarios.
Eviten dar consejos, opiniones, órdenes, proclamas panfletarias. No sobreactuar en los golpes bajos de lo triste o la tierna dulzura de sacarina, también, el acibar que falsea lo amargo de la existencia, con ironías de esqueleto trascendente. Es mejor ser real, honesto, poner fuerza en lo expresado y con trazos de cuñas oblicuas sugerir, dejando que el lector forme su propia opinión.
Para logra el ritmo, elegir, o reemplazar las palabras largas por las más cortas y los sustantivos o adjetivos que aprecien, como un muñeco de barro toma forma, el limar ripios de aquí, moldear allá, o agregar lo que falta. Hasta que al leerlo en voz alta, no ofrezca dificultades en la expresión y fluya su lectura de corrido.
Para afinar, corregir el ritmo, sugiero leer oyendo cualquier música. Si el compás de un tango, tiene ritmo, si al son de un bolero, tiene ritmo, si el swing de una orquesta de jazz, tiene ritmo. Entonces, si el soplo de lo escrito genera un calor de luz propia, sospechen, de esta manera, que se ha logrado un poema.
Tema: consejos de un escritor a otros autores que quieren escribir, editar y publicar su libro.
Sobre el autor: Francisco López Santos es miembro del ateneo poética y se encuentra pronto a publicar su libro ¨Memorias de un rostro en la escotilla¨- poesía.
Lo invitamos a visitar www.editorialalmaluz.com.ar donde podrá leer
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