Me he preguntado cuántas personas saben cómo queda su rastro registrado en la red.
La verdad es que siendo un hombre mayor, no me preguntaba sobre estos asuntos, porque sencillamente no sabía que había algo que preguntarme.
Bueno, como leí en varios lugares que todo lo que uno hace queda registrado, primero, pensé que no me importaba, no hago nada que sea peligroso, o al menos eso creo.
Hasta que escuché que alguien comentó que se hacen cosas en la web que resultan provechosas para otros.
La lista es larga, pero parece que la más importante es que se hagan pasar por uno y realicen cosas extrañas, como levantarse señoritas, cosas extremadamente rara, ya que ni siendo yo mismo tengo la menor idea de cómo se logra semejante prodigio, pero el asunto está así: parece que cuando uno no es uno, es tan interesante que uno es descartable.
El caso es que averiguando cómo evitar volverte tan interesante que de envidia a uno mismo, de uno mismo, pero otro, hay un dispositivo, programa, coso, no sé bien porque de estos asuntos siempre hay misterios, tanto en los nombres como en sus efectos, que permite ocultar el rastro de uno, así puede uno seguir siendo el mismo aburrido de siempre a quien no seguirían ni los lagartos.
El caso es que hay que instalar algo, lo provee Google, y el libro.
Así mismo como lo leen, lo que no logré es saber qué cosa es instalar, ni qué es lo que provee, ni cómo se pide ni dónde.
El asunto me hizo cavilar e ir más allá. Hay todo un mundo en el lenguaje que es ajeno al lenguaje del diccionario, las palabras están ahí, pero no tienen un correspondiente significado en mi mente.
Todo lo que sé es que en ese lenguaje, hay algo que es una ventaja, que te protege y que hay que tenerlo en cuenta.
Eso es todo, ahora, de qué se trata, qué hay que hacer, cómo hacerlo, ni un solo dato.
Está claro que ese tipo de información es para un sujeto que sí debe saber de qué se trata y que evidentemente es el que seguro es interesante, tanto como para que le roben la identidad.
Mientras, tengo una curiosidad extrema en saber cómo alguien podría volverse interesante para las señoritas, siendo otro de mí.
Yo, francamente, me permito dudarlo seriamente.
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