No sé por qué nadie se queja, pero esos sitios que antes eran pura pulcritud y buena atención se han argentinizado rápidamente.
Primero, que te obligan a lleva toallas desinfectantes, la mugre es antológica, es bastante usual ver al personal que debe limpiar, conversando, mirando a la calle, mientras vos con granes aspavientos tenés que limpiar tu propia mesa, no sólo de la bandeja dejada anteriormente por otro comensal, sino la mesa, los asientos y toda otra superficie que tengas que usar de nuevo.
Las bandejas siempre han sido un desastre, de pésima calidad, nunca son planas, de manera que se hacen una “bomba” en el medio haciendo balancear todo arriba de ella en la que sólo el extremo cuidado hasta llegar a una mesa más o menos limpia.
La propia bandeja, bajo el papel, mojada, de manera que si no retirás rápido las cosas puestas allí, terminás con el hamburguesa empapada de un líquido muy sospechoso, ya que estoy segura que si no lavan lo demás, mucho menos las bandejas.
Si la pajita de la coca rueda hacia los bordes, lugar en donde se pueden ver que hay vida que te mirá y se moja el papel, sin dudas serás un asesino que se manda a la boca quién sabe qué pariente del resto que flota en esa líquido que no se entiende por qué está ahí, ya que se ve a las chicas pasar un trapo por la bandeja, antes de ponerle el papel, el problema es que mejor no mirar ese trapo.
Luego está la propia comida, de la que prefiero no teorizar.
El piso, ni pensarlo, en algunos, he notado que aunque hay alguien pasando una cosa que se parece a un lampazo, el empleado no limpia, no verifica su trabajo, él cumple un trámite, él pasó el trapo, si está limpio no es el objetivo, el objetivo es cumplir un trámite.
La atención merece un trato especial: es un desastre. Te repiten dos o tres veces todo, una, que no quiere permanecer mucho tiempo en el mostrador observando los trámites de preparación (gente que se rasca la cabeza y luego pone papas fritas en un cono, o gente que estornuda arriba de la charola de freir papa…o….muchas más), tiene el discurso rápido: café negro, sin nada con edulcorante, la chica te dice: ¿café con leche?, vos: no, sólo, con edulcorante. Ella: ¿azucar o edulcorante?, vos, pacientemente: edulcorante. Todo lo olvidó en cuanto se dio vuelta, de manera que ahora, cerca de la máquina te vuelve a preguntar:¿negro?, sí,negro. Para otra vez delante de tuyo y ahora con el café en la bandeja: ¿azucar o edulcorante?, y redobla apuesta: ¿con factura?, no, solo. Y así.
Eso en el mejor de los casos, en términos de tiempo, hay mucho más tiempo gente haciendo cola que personas atendiendo, se distraen, charlan entre ellos, todo a baja velocidad, ningunos se apura, total, les da lo mismo atender a 10 que a 20.
Y ni te digo pedidos especiales, si querés por ejemplo dos vasos con soda, te verás obligada a pedirlo no menos de 4 veces, cuando te preguntan, cuando están llenando solo uno, cuando te dicen que ya va (atienden a otro mientras, una hamburguesa que quedó en espera de otro cliente –antes era el cliente el que esperaba las hamburguesas, ahora, la hamburguesa está ahí, sin que la sirvan, ya no vienen multitasking-), cuando te sirven, por supuesto, olvidaron los dos vasos de soda que pediste.
Entre la mugre y la atención, ¿por qué voy?, porque lo niños aún no comprenden ninguno de esos conceptos, en el fondo, espero que no, para qué, nada va a cambiar.
Mientras, odio los McDonall y los Brguer, son mugrientos, mala atención y por sobre todo un abuso de precio que una hamburguesa grasosa y vaya a saber de qué calidad y ya demostrado nada de limpieza valga lo mismo que un kilo de carne.
En serio, que sanidad vaya y los cierre a todos.
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