Se ha desatado una epidemia antimusulmana en Estados Unidos, que se especula con origen en los enemigos de Obama, debido a la reunión que mantuvo con líderes religiosos.
La ocasión era la solicitud para construir una mezquita en un lugar sensible a la humanidad: en donde fueron derrumbadas las Torres Gemelas.
Tal pretensión fue tomada como una provocación.
Qué necesidad nos planteamos ¿no?
Lo cierto que el asunto, inadecuado, a mi entender, despertó la ira de la población que sometido a prejuicios en escalas diversas y montado en ira iniciaron manifestaciones antimusulmanas.
Así comenzaron en Europa y en escalada las acciones contra las personas de esa religión, provocando un caos de persecución e iniciando incendios en viviendas de ciudadanos y extranjeros, hogueras y peleas en Francia, Alemania, Italia y hasta en los países nórdicos.
Estas acciones antisemitas, del mismo tenor de lo que dicen combatir, siempre caen en acciones de lesa humanidad.
Creo que es momento de hacer un llamamiento al mundo, que se tenga en cuenta que la quema de sinagogas, no se pude repeler con la quema de mezquitas, ni que la quema del Corán, con falta de respeto conjuga con la quema de la Torá, no son equivalentes como si lo uno tapara lo otros, ambos son actos de salvajismo con el mismo origen, sin importar de dónde provenga la provocación.
Soy consciente que esto se pude decir desde la distancia, y habiendo visto el atentado a las torres desde la televisión, sin embargo en mi propio país, aún me duele la embajada de Israel y nunca se me pasará la angustia por la AMIA, pero en ningún caso siento que la respuesta sea combatir con fuego lo que nos quemaron con fuego.
Creo que hay una ley, y que con ella debemos seguir, que hay muchos escollos en el medio porque mientras alguien va por la ley, los que queman no lo hacen y son muchos más, insisto en que con la educación, la concientización del pueblo hay que insistir, porque no hay modo de terminar con la violencia sino es con la justicia y amparados en estado de razón.
La mayoría de los musulmanes son como la mayoría de cualquier otra religión: se ajustan a la palabra escrita por sus religiones, que es el espíritu precisamente de la religión, y en esas escrituras, de cualquier origen hay misticismo, sabiduría, pacificación y moral, no hay violencia y mucho menos instigación a ella.
Que algunos musulmanes sean violentos, es lo mismo que católicos violentos y es lo mismo que judíos violentos.
Una marcha antimusulmana, es como poner el caballo delante del carro. Entiendo una marcha anti terrorismo, pero no en contra de una religión a la que se usa como excusa para cometer delitos de lesa humanidad.
Hay una enorme confusión y lamentablemente aceptación de la relación entre la religión y la violencia, actos que comienzan desde que existieron las cruzadas, cuando en nombre de la religión se cometían crímenes y saqueos.
Pero ya somos maduros, la humanidad ya debería estar suficientemente madura como para comprender que son cosas de personas y no de religiones, que los conflictos de Medio Oriente, son políticas, económicas y de territorio, no de religiones, y que no es la religión el motivo del armamentismo, sino una cuestión de poder y economía.
Las injusticias, son en definitiva propiedad de los hombres y se usa las religiones para justificar el despojo y la violencia.
Ojalá llegue el día que se pueda discutir en paz el futuro de la humanidad, en vez de pelear por las migas, a este paso, si se llega a una guerra nuclear, no quedarán humanos para pelearse por ningún espacio.
Y los que se creen ajenos a los conflictos o lo que lo provocan pero prevén un plan para “salvarse”, deben saber que bajo una destrucción nuclear, no quedará tierra sana para repartirse, quién puede querer un futuro de ese modo para sí mismo.
Hay que hacer un llamado a la reflexión, no una marcha antimusulmana, hay que hacer una marcha por la sensatez que es la que está en verdad atropellada.
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