Yo solía creer que en escribir estaba la salvación del mundo, creía que la palabra escrita era un grito, que estaba ahí y que quienes leyeran o leen, quedan tocados por ese milagro que es la escritura.
Sin la escritura no existiría historia y sin historia no existiría futuro.
A pesar que eso sigue siendo así, es lamentable asistir a la catástrofe de que cada vez, menos gente lee.
Y de los que leen, muchos ignoran lo que leen.
Y que lo que se lee, son cosas como best Sellers, con los que no tengo nada en contra y yo mismo he leído uno que otro, pero que es lo único que leen, con lo cual, prueban mi teoría: leer lo cambia todo.
El problema es que lo cambia para bien o para mal, y que lo que a mi me parece mal, a otros le parece bien y viceversa.
Leer lo cambia todo, pero no en la dirección que esperaba, sino en la contraria.
Ahora se usa la palabra para cualquier cosa, y va perdiendo de ese modo su valor, sólo para ir decantando en una suerte de uso para el entretenimiento.
Qué triste, la defunción de la palabra consiste en su proliferación vana.
No sé, hoy estoy triste porque escribir se vuelve cada vez más difícil y es cada vez más inútil.
Sin ir más lejos, si sos un escritor que quiere salir de ese molde, tendrás que pagarte tus propias pretensiones publicando un libro que luego nadie leerá, porque están ocupados gastando en libros superficiales solamente.
En fin, querer ser escritor es un camino que no tiene fin, en ambos sentidos, en el de la finalidad, objetivo o en el concreción de algo.
Los escritores somos casi los únicos artistas que tenemos que trabajar de otra cosa para poder seguir escribiendo, nuestro arte no es compatible con ninguna otra ocupación más que leer, de manera que la mayoría moriremos en el olvido.
Hoy estoy pesimista.
|