El casting de “novias” para Fort está levantando olas de comentario, con lo cual beneficia precisamente lo que se censura y se hace exactamente lo que se critica.

Para comenzar, le llaman “prostitución encubierta”. Analizando el término, prostitución es cuando se explota a alguien, y de su trabajo una persona percibe dinero.

Bajo esa figura, entonces todo es prostitución, la mayoría de nosotros somos explotados y son los que están arriba nuestros los que se benefician más que nosotros monetariamente.

Si se agrega el componente: usando favores sexuales, entonces hay incluso apología de la prostitución. Lo cual, en el casting de Fort, parece que todo el mundo descarta.

No sé bien cual es la cuestión real, pero lo que sí, ese asunto ha despertado todo tipo de rechazo, y adhesiones sólo por parte de las postulantes.

La cuestión es que no entiendo por qué les parece menos terrible el programa Gran Hermano, en el cual la figura era la misma: explotación de un grupo de gente y obtención de dinero en base a eso, en la mayoría con sexo incluido y algo mucho peor: la miseria humana en todo su esplendor.

El casting de Fort, como toda la desmesura que gravita sobre ese personaje, es hasta ingenuo.

Las actitudes de Tinelli, desde que descubrió que el bailando no era más que un desfile de problemas a explotar, en vez de sueño, es lo que me parece más cuestionable.

Vi a ese personaje revolcarse de gusto en el piso, literalmente, ante el imaginario del tamaño del pene de uno de los participantes. Lo vi, durante un año, festejar en forma desmedida a esa parte de un hombre.

Luego, durante otro año, dedicarse a copiar el estilo Olmedo, en el gesto, cortándole la pollera a las mujeres respirándoles en el culo.

Ahora, muestras de violencia contra un personaje que ni se dobla ni se vende, lo dejó plantado a él y a Fort, demostrando que tiene más dignidad que él y que Fort.

Y ahora, el casting de mujeres.

La realidad es que la mayoría elige ese programa y mientras los padres lo ven con una distancia, se ríen y queda ahí, en la mejor de las ridiculeces, la realidad es que las y los jóvenes con mentes sin formar se alimentan de ese modelo, que dicho sea de paso, es una realidad parodiada.

O acaso en el más serio de los trabajos no se necesita la mejor de las presencias para conseguirlo, por sobre su currículum.

Acaso no hay manoseo del género femenino a las que le pagan menos aunque sean más útiles y sepan más que un hombre.

Acaso no hay que salir a la calle a esperar favores para conseguir un puesto, sea hombre o mujer, y acaso no se hacen cosas indignas para permanecer en el puesto conseguido o en el puesto por conseguir.

Escuché al programa las mañaneras, indicar muy indignadas que lo malo es la “cosificación” de la mujer, que bajo el “mando” de un hombre se cambia hasta los dientes.

Me hizo reír más eso que el casting, porque esas seis mujeres seguro que tienen hecha correcciones dentarias, culos, tetas, lifting, y quién sabe qué hicieron para estar en ese puesto.

Recuerdo a la que se llama Carmela, que es la esposa de otro periodista, esa mujer es irritante (con una voz chillona, francamente insoportable, para cuándo la operación de cuerdas vocales), grosera, desagradable, y lo que es peor, se cree que con todo eso es periodista.

La he escuchado se parcial (los periodistas tienen que ser imparciales) con los invitados, poner palabras en sus bocas, atacarlos con una grosería y una impertinencia que denota más envidia que crítica, y esa mujer se da el lujo de tener pantalla para decir las tonteras que dice, ¿a quién le habrá tenido que chupar qué cosa para eso?

Por otra parte, de todo ese aquelarre, rescato a la Karina Mazzoco, que es la única moderada y muy sensata en sus comentarios, a pesar de ser la bella, es la menos lapidaria y sus comentarios son sensatos.

Todas las demás se creen estrellas del firmamento, bájense muchachas, manchan el hermoso cielo.

Luego la crítica a la Mole Moli por usarse como dueño absoluto de su mujer, en el lado opuesto al sol Fort, con el mismo discurso, diferente estilo, como su esposa fuera una cosa, y eso a él, le parece bien e incluso sano.

Desde que el mundo es mundo el modelo de posesión entre las personas, ya desde el matrimonio es tal, ese contrato que regula las posesiones de las personas y sus derechos sobre ellas, no entiendo por qué un modelo más explicito de contrato, con reglas diferentes como las que se proponen en el Planeta Fort, tendría que causar tanto revuelo, si existe desde que existen los clanes en el mundo, escrito o no, época de las cavernas.

A Tinelli, por otra parte, se le perdona todo, porque además de eso, está el baila país, los sueños, la solidaridad, un coctel de emociones que en el fondo es un rédito de todo lo otro, porque sin ese rating del planeta Fort, todo eso desaparece.

Quién puede decir lo que está bien o está mal, no es un modelo deseable, pero es un modelo real, luego en el mundo, los chicos aprenden cosas peores y de la peor manera.

Lo que hay que cambiar, es la educación, porque ese programa por quién es visto, por gente a la que no le descubre ni el gusto, ni el interés en ninguna otra cosa, gente que prefiere leer, estudiar, descubrir una vocación basado en otra cosa.

A mí, personalmente, que me interesa más el canal Encuentro, no me queda más remedio que asistir atónita a los sucesos que genera Tinelli, porque hasta los noticiosos hablan de ese tema, lo discuten, lo critican pero lo exponen, por las mismas razones por las que Tinelli corta las polleras Tinelli.

Yo no sé qué está bien o mal en ese tema, pero evidentemente hay como una adicción a consumir lo que Fort genera y los demás programas, hasta los que se supone serios, como los noticiosos, se ven obligados a hacerle espacio a un fenómeno que no comenzó con Fort, sino con Gran Hermano, y que tiene un montón de paralelos: hay programas en los que se hizo ya el casting de novias, y de novios, en ambos casos más producción y dentro de otro contexto y otros disfraces, más glamour, pero no fue nada nuevo.

En todos los casos se dirá que el sexo no es tan explícito, pero lo curioso es que en el caso Fort, no es el del sexo de lo que se discute, ya que todos suponen que no existirá, sino del método.

Personajes satélites que se prenden y que ya deberían quedarse en casa a disfrazarse sin lastimarnos los oídos con sus comentarios, Moria Casán, Evelyn, chicas, se les nota la envidia y la indignación les proviene de que Fort tenga el poder de desplazar en una el “arte”, en la otra el “periodismo”, cuando ni los 40 años de Moria le dan el nombre de “estrella”, pues hablar nunca fue un talento, hay que decir cosas importantes, y lo mismo le cabe a Evelyn, que no pierde oportunidad de hablar o mostrar sus credenciales de periodista, pero a quien no se le conoce ni una sola entrevista u opinión valiosa, es una simple émula de Carmela (la de Mañaneras), misma voz chillona, igual de impresentable, a la que se espera que pronto desaparezca del programa de Polino, porque está ahí sólo para provocar a Fort, cosa que Fort, en sus pocos estadios de lucidez, no le permite y se retira, quitándole estatus de pavota a la tal Evelyn que de periodismo tiene una idea equivocada: Evelyn al invitado hay que dejarlo hablar cuando se le pregunta, no ponerle tus palabras y opiniones en su boca.

Todo lo que comenté, son meras observaciones de los noticieros, nunca he visto ninguno de los programas que mencioné, salvo el de Mañanera, eventualmente. No me importa mucho lo que hace Tinelli, pero al ver lo que despierta en la comunidad televisiva, lo que pienso es que todo eso describe más a los personajes satélites que al mismo Tinelli o a Fort.

Tinelli es sin duda el gran ganador, Fort el explotado por él, forman una dupla, por ahora, que la sociedad cuestiona pero consume.

Pero no es de ellos que depende que nuestros jóvenes consuman eso, señores, señora, tómese el trabajo de apagar el televisor y leer un libro a la par de su hijo, en vez de excusarse luego de que al llegar cansado del trabajo quiere ver algo que lo distraiga o algo que no le haga pensar nada, ese breve descanso le está costando la educación de sus hijos.

La tv no tiene la culpa, la culpa es de quien le da comer.