Somos un país que no produce casi nada desde antes que yo naciera.
He escuchado a mis padres decir, durante toda mi vida y desde que recuerdo, que se hizo polvo la industria en este país.
Entonces, de qué vive este país. De la exportación e importación. Exportamos alimentos importamos productos, en la mayoría de los casos, basura china.
Digo basura por la mala calidad, no porque los chinos hagan basura, sino que lo que se importa es basura.
Nos hemos acostumbrado tanto a eso que no nos queda más remedio que consumirlo aunque no lo queramos, lo natural, lo nativo es muy caro para la mayoría.
Lo natural es tejidos, cueros, herrajes, madera, el plástico, salvo la espuma de los colchones, creo, la mayoría se importa, y en todos los casos los insumos también se exportan, hasta el cuero, en algunos casos.
Pero sostenemos nuestra economía con servicios.
Servicios de todo tipo, nosotros estamos siempre consumiendo servicios y usándolos para capacitarnos así vendemos servicios.
La proliferación de cursos, de gimnasios, servicios de salud privada, taxis, comidas, deliverys, electricidad, gas, naftas, telefonía, boliches, entretenimiento, etc. Somos un país de servicios, la gente consume importados y servicios locales.
Y todos nos preparamos a su vez para consumir servicios u ofrecerlos.
No nos extrañe entonces que suban permanentemente.
Ya se anuncian subas del 23 %, que es más o menos la inflación estimada, no la del indec, claro, sino la real.
La nafta, ya consumió ese porcentaje y se pasó, la super subió un 25%, el seguro del auto acompaña ese valor, los planes de salud 23 %, las expensas 23 %, los taxis, 13 % y así.
Suben los servicios, la población consume servicios aunque no quiera, mayormente son de primera necesidad, más que los productos.
Los expertos dicen que estos valores se triplicaron en el último año, y les creo, al decir de lo que me cuesta mantener mi casa, con alimentos y ropa incluídos.
La distribución de gasto en los hogares se ajusta en ropa, en salidas, en placer, pero no en servicios, por el contrario, la telefonía, gas y electricidad siguen en apremio, a pesar que cada vez se usa más, ganan más las compañías eléctricas, pero el uso parece no dejar de crecer, y las usinas que ofrecen los servicios se agotan y se vuelven más caras cada vez, sobre todo la que se compra a otros países, como el gas.
Mientras la clase media, parece no tomar conciencia, o sí, he escuchado decir: para qué voy a cuidar el gasto de agua de mi casa si lo veo al vecino derrocharla en regar la vereda todas las mañanas, mientras el vecino dice: este de al lado que ahorra en agua, gastará en arreglos de la vereda con esa mugre que deja acumular.
Más o menos de esta manera en vez de cuidar el gasto de servicios, la mayoría piensa que para qué va a medirse si el otro no lo hace, entonces a disfrutarlo sin culpa, dejando que en el futuro “algo” mágico se haga cargo del descalabro de servicios al que contribuimos.
En la canasta familiar, los servicios son reyes, la comida, se baja en calidad, en cantidad, pero los servicios suben y con ello la distribución del gasto familiar cambia, el consumo de los servicios no baja.
A ello se agrega un factor psicológico con que los comerciantes redoblan su apuesta comercial, ofrecen forma de pago, créditos, regalías, fidelización de clientes, un mundo de tentaciones para movilizar el sector comercial, lo que pasa con esto es que la gente se endeuda, y con ello queda cautivo de un sistema que le exige pagos y más pagos, un modelo que en Estados Unidos ya hizo eclosión hace rato, y que estamos implementando a velocidad alarmante.
Ni hablar del arte, espectáculos, cultura y educación, salvo la enseñanza gratuita, que deja agujeros en la formación, no hay inversión de ningún tipo para ese rubro, ese tipo de actividad resiste por sí mismo, demostrando una de las conquistas más importantes para el hombre: del arte no se come, pero se vive.
El hombre necesita el arte casi como válvula de escape, pero los artistas, músicos, escritores, pintores, artistas de espectáculos son casi mártires que dejan el aliento en esa vocación, y a los cuales les resulta muy difícil sobrevivir.
En suma, los servicios como bien de producto, parece ser una salida usual y la oferta de trabajo en ese segmento es abrumadora, ya no se piden médicos, abogados, con que se pueda atender por teletrabajo o sea vender, vender y vender, es suficiente, sin importar la deficiente formación de la secundaria, la nula universitaria y la extendida terciaria.
No sé en dónde irá a parar este modelo de país, pero no parece que sea a parar la inflación.
Es preocupante que nadie advierta que hay que comenzar a producir y dejar de consumir tanta porquería importada.
Para ello hay que mejorar la educación, cosa que encuentro dudosa con un improvisado Macri al que la cultura y la educación no le importa y que genera tantas contradicciones en su gestión, culpando siempre al “otro”, y no haciéndose cargo de sus errores, ni de su gestión.
Qué miedo le tengo al futuro.
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