Bajo la parodia de la impunidad se dicen muchos nombres. Se nombran países, personas, intenciones, sobre todo nombres, en nuestro país suena muchos, Carrasco, Maria Soledad, Bulacio, se van sumando los nombres, que tienen una particularidad, son jóvenes, son pobres frente a un poder que está cada vez menos interesado en cuestiones de justicia y más en cuestiones banales, como algunos programas televisivos que muestran justamente eso: la preocupación de la clase política por la banalidad en vez de las soluciones reales y de fondo.
Es por ello que la impunidad se va transformando en una parodia de indignación, el barullo, la prensa, la televisión, son puestas en escena en donde el político de turno se indigna y acusa de impunidad a otros, que al igual que él, hace la parodia de la impunidad, mientras en realidad se dedican a sostenerse unos a otros sin que se vea ningún indicio ni apoyo a los verdaderos problemas del país, la inseguridad, la falta de empleo, el empeoramiento de la educación y la salud en descenso.
Debido a la inactividad e ineficacia, no es posible diferenciarlos, del estado, para enfrentar los problemas sociales, enfrenta el aumento de la protesta social que a su vez provoca una reacción de aumento, también, de la represión policial directa a huelguistas, manifestantes, integrantes de movimientos sociales como los sin techo, etc.
La falta de investigaciones, de acciones y de sanción de crímenes impide que la justicia y la ley cumplan las funciones de reparación simbólica, normatividad y cohesión social.
La sociedad se va humillando, transformado los hábitos, cruzando definiciones de lo permitido y lo vedado, lo lícito y lo ilícito, a las que se supone deben responder universalmente los miembros de la comunidad se van transformando en límites difusos, en muchos casos sin definición directamente.
El hecho de que unos patovicas maltraten salvajemente a un joven, y que por ello termine preso, no impide que se sigan contratando, y se sigan produciendo los mismos ilícitos como si no pasara nada, refrendando la parodia de la impunidad, que implica protestar gritándola pero no hacer lo correcto para que las cosas cambien.
Ya se está gastando tanto que los hábitos y definiciones va produciendo una profunda grieta entre las normas de fundamento del cuerpo social, la actuación real de los individuos y la tolerancia en general para delitos de todo tipo, delitos de violencia, de agresión, de difamación.
Este es el modelo de sociedad actual, y por lo tanto las reglas a las que todos nos debemos ajustar, los efectos de la impunidad pueden quedar luego escenificados y desplazados a situaciones alejadas de las originarias, se exponen en los medios gráficos y televisivos, pero todo continúa igual o peor.
Las consecuencias de este modelo económico, político y social no quedará para la próxima generación, es sin duda algo que está ocurriendo en el presente, y nos estalla en la cara, todos los días al abrir un periódico o escuchar la radio.
Hasta cuándo, señores políticos, van a dejar que esto comience a estallarle a ustedes.
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