Leí esta cosa sorprendente en El País de ayer.
Mi asombro no tiene límites, científicos chinos lograron encajar información dentro del ADN de baterías.
Son discos duros vivientes.
La explicación científica no es sencilla para los que no entienden matemáticas, pero la idea es que si todo se traduce en números y clasificaciones, y en ADN es una “cadena” codificada, es tan simple como generar una secuencia codificada determinada para que encadenadas registren datos.
Bueno, no sé si es tan simple como asombroso.
El asunto me puso a pensar varias cuestiones, por ejemplo, en la vida útil de dicha bacteria, en su costo, en su importancia, todo lo que conlleva a ser transformado de un ser vivo en un disco duro.
Imagino que su utilidad es completamente obvia, si en un elemento infinitesimal puede almacenarse cantidad de información, el espacio y los recursos para la información cobran una nueva dimensión.
¿Y si esto hace a las bacterias más inteligente que yo?, en mi cauta experiencia personal, creo estar en capacidad de afirmar que no estoy en control de conocimientos que lleven 90 gigas. Si soy o que tengo almacenado en mi memoria, la bacteria ya sabe más que yo y eso la hace más inteligente. Después de todos somos los que recordamos que somos.
Pero aún sin salir del asombro, no llego a darme cuenta de las implicancias reales.
Por ejemplo, para mi hasta ayer, las bacterias eran seres dañinos, que había que evitar, ahora no sé cómo tomarlo.
Tampoco me hago una idea de que en mi casa, en vez de mi armatoste tenga un frasco de ¿qué?, ¿un laboratorio in vitro de bacterias más inteligentes que yo?
Si bien es asombroso (ya sé la repetí varias veces, es que estoy verdaderamente asombrado), no sé qué pensar de las implicancia, porque lo que se informa es el logro, tan impresionante como cuando vi una oreja humana en el lomo de una rata, o más, no sé bien qué me produjo mayor impresión, pero el mundo, la gente, cómo usará ese conocimiento es lo que me preocupa.
Hasta ahora lo que menos demostramos es el sentido común a la hora de utilizar este tipo de adelantos, sus beneficios, si los hay va a parar a unas pocas manos, y cuando llegan a nosotros, como mi armatoste, sólo es para enterarnos que usamos años armatostes que nos encajaron con igual entusiasmo pero que en realidad a demás de hacer mal a la salud, estropear los ojos, contaminan la capa de ozono.
La verdad es que me entusiasma la idea de que se haya llegado a tanta exquisitez, pero no puedo dejar de preocuparme a la vez.
Felicitaciones a los chinos, pero esperamos que dicha tecnología sea útil a la humanidad en esta vida y no cuando ya no existamos para disfrutarlo, debida y justamente a una manipulación tan extraña como la de mutar bacterias.
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