Hace días que circulan palabras que ha proferido cierto funcionario de Gobierno. Lamentablemente no es un caso aislado, este mensaje, no es tan extraño al pensamiento generalizado que maneja nuestros destinos y que se enquista ya en una sociedad que pretende disculparse a sí misma: Si algo fue mal, buscados los atenuantes para trasmitirlo, o, de lo que hay lo menos peor, en suma: cuentas.
Nuestro funcionario hace cuentas, y cuando no hay “tanto” resto, todo va mejor, según él. La política es mirarse el ombligo, verlo profundo decidir con ello que hay panzas llenas, y entonces todo va bien, salvo “uno que otro” caso estadístico, todo va bien.
Es el caso de la sociedad que lo colocó en ese lugar que ocupa, porque el funcionario no es una voz, es un síntoma de un pensamiento que consiste en decirse a sí mismos: yo estoy mejor.
Hasta que pasa algo, y entonces abrimos los ojos.
Hay un montón de otros, que no pueden mirarse el ombligo, porque la vida los ha colocado en un lugar diferente.
Y en cualquier vida, aunque nos guste creer que no, las decisiones de nuestra sociedad son las la modelan.
Es el caso de enfermedades raras o numéricamente “sólo un muerto”, es la política que esa frase revela. Cuando se testea la importancia de algo, precedido de la palabra “sólo”, estamos fritos, y no sólo porque fue dicha públicamente investido de una función en la que la sociedad lo ha colocado, sino porque esa sociedad resuena con esa misma idea.
Esa sociedad está conforme con que alguien exprese lo que ellos piensan, y es entonces cuando ratifican la elección que hicieron y se asombra de toda la parte de la sociedad que se indigna, e incluso se preguntan por qué los otros se alteran con una verdad.
Y esa verdad, construida ahora por una voz que supuestamente representa a la mayoría, se considera tan cierta que divide a la sociedad como en sectas, los que creen en ellas, los que no.
Hasta que les toca en suerte que bajo otras circunstancia la situación personal les hace cambiar de religión.
Por ejemplo, he escuchado hasta el hartazgo opinar a los acólitos de “sólo un muerto”, quejarse por los planes de Asignación por hijo bajo la suposición que es dinero de impuesto que ellos pagan, pero no hay ninguna referencia a que todos recibimos durante años subvención en nuestras boletas de gas, electricidad y otros.
¿Por qué un tipo de subsidio está bien y otros no? Parte de varias suposiciones, la principal es que el subsidio de servicios es para todos, sin ponerse a pensar que hay muchos barrios que viven sin electricidad o sin gas o sin agua y que esa parte de la población paga de una u otra manera los subsidios de esos servicios en los barrios que sí lo tienen.
Lo pagan de algún modo, en el precio de la comida, de la ropa, de las formas de higiene, no existe modo de consumo que no realice su tributo, porque los precios de las cosas, se acomodan a las necesidades piramidales y en cada una hay una necesidad diferente cubierta de alguna manera.
De la sociedad “solo un muerto”, surgen frases como “para qué tienen hijos si después hay que subsidiarlos”, excusa para “separarse” de una situación humana con la simple lógica del supuesto sentido común, como si la vida humana, sus apetencias y complejidades pudiera reducirse a decisiones de la lógica, o como si en definitiva, la única forma de pensamiento fuera esa.
De lo que se trata es la de no creer que la sociedad debe “modelarse” en imagen y pensamiento ombliguista, los otros están, son, y tienen ombligos también.
Yo aspiro a que la vida no sea un sólo esto, una sociedad que no piensa en los demás y que no se pone en el lugar de los otros hasta que no le pasa a sí mismo algo que los hace reflexionar, deberíamos ser más reflexivos, los “otros” no pueden barrerse y minimizar los efectos con palabras aplaudidas por quienes cuando se miran el ombligo se lo ven profundo porque tienen la panza llena, sino por los que son capaces de mirar el ombligo ajeno y en vez de juzgarlos por el “sentido común”, los juzgue como seres humanos, con carencias, con respeto y sobre todo otorgándoles el derecho de ser, aunque no nos guste cómo son.
Estoy apenado, porque ha comenzado la era del síndrome de “un solo muerto”, y no parece que la sociedad estuviera en estado de alerta para de alguna manera rechazarlo, salvo uno que otro mensaje irónico.
La indolencia de Macri para con la vida no es de ahora, sino repasen los ocurrido en el caso Cromagnon, con más o menos lo mismo, se desluga de las responsabilidades y dice "la verdad" que conjuga con una sociedad que lo votó.