Estuvo en un momento que luego sería historia, ayudaría a reconstruir la vida de algunos de los niños apropiados por la Dictadura.
De ella se sabe lo que pudo declarar, quién sabe a cuenta de qué, su vida hizo la diferencia.
Acompañó a embarazadas en la Escuela mecánica de la Armada, las ayudó en el parto e hizo algo más: selló en su memoria todo dato de los bebés que luego podrían ayudar a recuperarlos.
Fue una visionaria, sin duda, estaba conectada con las intenciones de apropiación, y supo hacer lo necesario para que un día su acto, fuera una reivindicación, una esperanza para los familiares que buscan a los niños apropiados.
Noviembre de 1978, Jorge Luis Magnacco a cargo de la “Operación”. Ahora, por voz de Sara Solarz de Osatinsky, víctima y heroína, se conocen los detalles de la infamia.
Sara tuvo el valor de sobrevivir y contarlo. Estuvo en una enorme cantidad de alumbramientos, aprendió a hacerlo y a grabar en su memoria todos los detalles, nombres, fechas, bebés y, quizás, las últimas palabras de las madres, se convirtieron en un archivo vivo en su memoria.
Su coraje no terminó simplemente en recordar, sino que fue testigo en la causa del plan sistemático del robo de bebés.
Desgarrador, menciona nombres que creo nunca hay que olvidar, los nombres de los asesinos, de los apropiadores de bebés, un crimen que no debe quedar impune ni olvidado.
Cita:
Sara mencionó visitas de Antonio Vañek, Jacinto Chamorro y Jorge Vildoza. Y el rol de Jorge “Tigre” Acosta, Héctor Febres y “Pedro Bolita”, cuyo nombre es Carlos Galián.
“Siempre era Pedro Bolita o Febres el que venía a buscar a los niños; el doctor Magnacco, que pasaba todos los días; Capdevilla también pasaba si no estaba Magnacco, y Pedro Bolita normalmente era el que partía con el bebé o Febres.” Acosta conocía todo, dijo. “Era el que decidía cuándo venían las embarazadas, quién iba a venir, no recuerdo que haya entrado, pero que sabía, sabía quiénes estaban y en qué momento iban a dar a luz: tenía toda la información de hasta el más mínimo movimiento.”
Mis respetos para Sara, una mujer que perdió a su familia en esta lucha, y que se atrevió a desafiar el horror con la memoria y la voz y con ello fue más eficaz que con todas las armas y el poderío de la dictadura.
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