Estamos asistiendo a la creación de un nuevo género: la ficción marketing, lo bautizo en este sentido y emotivo acto: Ficketing.
Hace un tiempo sonreímos ante el relato de la pérdida de un prototipo de teléfono el iPhone de Apple, que según la leyenda cuenta un directivo de esa empresa se fue a tomar a un bar una cerveza, sin que se determinada la cantidad, lo que se supo es que allí perdió el modelo prototipo o se lo birlaron, en cualquier caso y para ambas acciones debió estar muy en pedo para que ocurriera.
Aunque el asunto pareció ridículo, fue uno de los mejores relatos en este nuevo género en Ficketing , en su generación lo tenía todo, misterio, investigación, culpable, acción.
El asunto se propagó por cuantos medios electrónicos se pusieron a tiro de las orejas ávidas de novelas de misterio.
El asunto terminó en que fue encontrado, pero para entonces el dichoso prototipo ya había corrido la suerte que todo proyecto tecnológico secreto de estado develado corre: se volvió mítico, porque era tan extraordinario que el objeto fue supuestamente secuestrado para robarle los extraordinarios secretos que las fábulas fueron agrandando.
El aparato era prácticamente el “aparato-total”, lo hacía todo, menos claro, comunicarse con sus creadores avisando en qué manos extrañas había caído.
El Ficketing demostró ser bastante más efectivo que las campañas más audaces, cosa que no debió pasar desapercibida para empresa, sobre todo cuando nos enteramos de qué forma se recuperó la unidad, el idiota que lo recogió en el bar, parece que no entendió qué se había llevado y simplemente lo ofreció en páginas de remate por escasos 200 dólares. Un final sin ningún glamour, hay que afinar la puntería con esos argumentos.
Tanto, que por el contrario de lo que cabe esperar de quien se ha quemado con leche una vez, ha sucedido por segunda vez.
La segunda novela del género Ficketing ocurrió nuevamente en un bar, nuevamente de Apple, en San Francisco.
No vamos a dar más detalles del aparatejo que ya seguramente podrá hacer volar a su dueño, pero sigue sin incluir acciones propias en caso de ser perdido en un bar, porque sería repetir.
Del dispositivo nos enteraremos en el transcurrir de la trama del Ficketing, pero me permito una pequeña crítica literaria: por lo menos hubieran comenzado la trama en otro lugar, en uno más original, algo distinto, el mismo es aburrido, por ejemplo en un funeral, eso sería genial, porque no faltaría el que sugiriera que el dispositivo estaría enterrado junto con el inquilino, y en el último de los casos, enterarse cuando por medio de estos sistemas tan modernos se consiga encender el dispositivo y en el medio de la noche se sintiera una leve vibración de la tierra, para descubrir más tarde que el dispositivo quedó customizado en vibración y no tuvieron en cuenta en el diseño poder cambiarle el “modo”.
Y de esta forma he creado mi propia ficción Ficketing.
De nada Apple.
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